El duro plan de ajuste acometido para hacer frente a la Covid 19, con medidas como el recorte salarial de la plantilla, apenas ha logrado contener su elevado apalancamiento que ha puesto en serio riesgo la supervivencia de la compañía. Hace apenas unos meses tuvo que reducir capital para evitar entrar en causa de acreedores y esta venta supone una auténtica bombona de oxígeno.
El pago del importe de la operación se hará íntegramente en efectivo cuando se cierre la transacción, una vez descontada la deuda del negocio, estimada en unos 53 millones. Todo queda ahora, por tanto, a expensas de la aprobación del regulador y a la autorización de las entidades acreedores de la compañía española.
La Editorial ha sido en los últimos años el buque insignia de la cotizada en Bolsa, la única fuente de ingresos recurrentes, y los expertos temen que su venta, aunque esté limitada al negocio en España, sea pan para hoy y hambre para mañana.
Al respecto, la actividad pública y privada de los negocios de Santillana en Latinoamérica queda excluida de la operación. Además, conservará la propiedad de todas sus marcas mediante la suscripción de un acuerdo de licencia exclusiva a favor de Sonoma para la utilización de Santillana y Loqueleo en la Unión Europea, excluido Portugal, y de Richmond en España.
La reacción del mercado ha sido inmediata, con un alza superior al 20% tras conocerse la venta, acentuando la tendencia alcista marcada en lo que va de mes con un rebote cercano al 70% desde los mínimos absolutos por debajo de los 0,4 euros registrados a finales del mes de septiembre. Pese a todo, su cotización sigue presentando un balance negativo en el año superior al 50%, aunque, eso sí, ahora muestra un aspecto técnico algo más desahogado para afrontar la recta final del ejercicio.