Putin subraya la decisión de Angela Merkel acogiendo a ese millón de refugiados sirios, una gran equivocación de una dirigente política; una decisión contraria a los intereses de un segmento de la opinión pública alemana.
Putin condena a Merkel y elogia a Trump: “no es un político de carrera sino una persona de talento. Alguien que sabe muy bien lo que los votantes esperan de él”.
Una última ocurrencia sobre la calidad democrática. A diferencia de lo que sucede en Rusia en el Reino Unido “Theresa May o eventualmente Boris Johnson, afirma Putin son elegidos por un exiguo puñado de votos mientras que en Rusia la elección del presidente la deciden todos los ciudadanos”. El entrevistador replica: “usted fue designado por Boris Yeltsin”. Respuesta: “y eso que importa”.
Un día después de la entrevista y en el mismo diario Martin Wolf reflexionaba sobre el alegato de Putin. “La raíz de la palabra liberal liber, que es como en Roma se designaba a quien no era esclavo”. Liber era aquel ciudadano que decidía por sí mismo, realizaba sus propios planes y participaba en la vida pública. En definitiva una actitud más que una ideología.
En efecto, en los EEUU un buen número de liberales se opone a una participación activa del Estado en la vida cotidiana. Otros liberales demócratas priorizan la igualdad y la protección del ciudadano frente a los plutócratas (leyes antimonopolio, impuesto federal sobre la renta).
En 1914 Henry Ford estableció la jornada de 40 horas y subió el salario de 2.40 a 5 dólares la hora. Prácticamente durante 200 años la participación de las rentas del trabajo en el PIB se ha mantenido constante en torno al 65%. Un milagro dijo Keynes o sencillamente las exigencias de una realidad. Ahora bien desde principios de este siglo la participación del trabajo en la renta nacional ha caído al 56%.
Aquellos países como los EEUU que han persistido en su inclinación liberal son precisamente aquellos que gozan de las mayores cuotas de libertad, mayor prosperidad económica y un control más eficaz del desarrollo de la vida pública, menos corrupción y más determinación para desenmascararla y perseguirla.
¿En qué medida los escasos éxitos económicos de Rusia una vez desaparecida la Unión Soviética no responden a esa carencia de iniciativas individuales ahogadas por la presión de las autoridades del estado y las oligarquías vinculas al poder?. El liberalismo concluye Wolf, no es un proyecto utópico si no un empeño en progreso perpetuo que exige una constante adaptación a la realidad.
El liberalismo en Europa ha sido un elemento de cohesión entre las naciones y en su propio interior a la hora de organizar la gobernanza. También ha sucedido así en España con conservadores y socialistas así que resulta muy chocante que cuando el bipartidismo parezca superado, liberales y otros ideales políticos no consigan que sus representantes formalicen un gobierno en estos momentos, como en muchos otros, de zozobra e incertidumbre política y más allá, difíciles ajustes: nuevas tecnologías y caos medioambiental.