OPINIÓN

Elecciones 28-A, entre la pasión y la razón

El re­na­ci­miento de la ul­tra­de­recha re­cuerda a lo de­nun­ciado por Walter Lippmann tras Gran Guerra

La Guerra Civil en Cataluña.
La Guerra Civil en Cataluña.

En estos días preelec­to­ra­les, más de es­pinas que de ro­sas, con mi­llones de in­de­ci­sos, leo en la re­vista Time un ar­tículo de un premio Pulitzer, Jon Meachan. El ar­ti­cu­lista trae opor­tu­na­mente a co­la­ción el libro de Walter Lippmann “Public Opinión”, es­crito en los días si­guientes a la ter­mi­na­ción de la Primera Guerra Mundial...

ELECCIONES: RAZÓN Y PASION.

En aquellos EEUU prevalecía un sentimiento de ansiedad. Causas: la inmigración (europea y asiática), la raza (blancos y negros), el feminismo y también el papel de la nación en el mundo. Ansiedades que trajeron una segunda edición del Kukluxklan, como señal de la superioridad anglosajona.

Algo semejante se está repitiendo en Europa y en España. Los partidos conservadores se escoran hacia la intransigencia, abandonan aquel “centro” del que hiciera Adolfo Suarez su bandera para convocar a los ciudadanos a la democracia. Entonces ganó el “centro” y dejó su mensaje.

Los socialistas partidarios de nacionalizaciones, la banca incluida, se pusieron al frente de la Reconversión Industrial. El “No en principio a la OTAN”, se convirtió en un Sí frente a la oposición de Manuel Fraga y sus familias patrióticas. Los socialistas entraron en lo que entonces se llamaba Mercado Común, cerrando una estrategia internacional de claros tintes social-liberales.

El gobierno de Aznar remataría la aventura con la incorporación de la peseta al euro. Un período en el que socialistas y populares resistieron constitucionalmente para vencer a los terroristas de ETA. El Centro y la Razón prevalecieron.

No se trata solo de reafirmar nuestros éxitos democráticos sino de reflexionar sobre aquellas palabras de Jefferson: ” los ciudadanos difieren en sus opiniones y se han dividido en partidos políticos desde el primer origen de nuestras sociedades y en todos los episodios de esta trayectoria siempre se ha aceptado el pensar y hablar libremente”.

Meachan incluye en sus citas una correspondiente al historiador británico Michael Howard: “la Razón no es una Cosa o una Persona, mucho menos Dios. La Razón es una actividad individual; tampoco es la Historia; la Historia no es el juez, la Historia es construida por los ciudadanos”. En definitiva, quienes supeditan la razón a la pasión se circunscriben a sí mismos o a sus partidos, limitan el radio de la ética. El antagonismo razón-pasión está en su apogeo. Es el estandarte de quienes, sin ningún tipo de pudor, exhiben como un trofeo la cuestión catalana. En Europa, desde Italia a Finlandia se repite la xenofobia y se reclama soberanía nacional frente a la solidaridad de la Unión Europea. El Brexit es el mensaje más contundente.

Este tipo de rechazos tiene su origen, según Rainer Zitelmann, “The Power of Capitalism”, en las políticas “exitosas” de Thatcher y Reagan. Su contrapartida fue el aumento de las desigualdades sociales y la chispa para un populismo destructivo. La Gran Recesión inmobiliaria y financiera sería el episodio definitivo para enfrentar al capitalismo con la democracia.

Dos autores, Iversen y Soskice, “Democracy and Prosperity: Rreinventing Capitalism through a Turbulent Century”, afirman, por el contrario, que la democracia y las modernas economías de mercado son simbióticas. Tres razones:

Primera, el Estado es necesario para garantizar la competencia.

Segunda, toda economía moderna cuenta con un gran contingente de su población interesada y comprometida con la política.

Finalmente, las habilidades requeridas para las nuevas tareas informáticas necesitan, como en el caso de Alemania, de una clase trabajadora organizada que exija a las élites el reconocimiento de sus derechos. La debilidad sindical en Reino Unido no es ajena al rechazo al capitalismo de mercado capitalista que significa el Brexit.

Xenofobia, desde los chalecos amarillos a la invocación a Covadonga y su “Santiago y cierra España”. ¿Prevalecerá la pasión sobre la razón? ¿Acertarán los ciudadanos al depositar su voto si la reflexión es derrotada por los sentimientos.

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