El declive del PSOE de Sánchez en ambas, auguraba un negro futuro para un hombre que perdió los escrúpulos en la cucaña partidaria. El diseño de la operación electoral, poder más presupuesto, no puede ser más evidente. El calendario se le ha echado un poco encima – él aspira a prolongar un poco más el boato presidencial- pero sus socios independentistas exigían un pago imposible.
La hora de verdad ha llegado y Sánchez tiene que hacer olvidar, a cualquier precio, sus coqueterías recientes con los independentistas catalanes, tanto con los que están en el banquillo como los Gobiernan en la Generalidad. El separatismo en Cataluña, el mayor problema político al que se enfrenta la sociedad española, no aparece en la agenda Sánchez, ni en la de sus socios de Podemos, atrapados en un centrifugadora, pese a ser campeones del derecho de autodeterminación de todos los pueblos de España. Cuantos son los pueblo con derechos queda en penu8mbra no vaya a ser que se cabree alguna facción de las agrupaciones podemitas.
La sociedad española se adentra en los próximo meses en un territorio desconocido. La polarización de la sociedad, bien trabajada desde el poder y los medios, ha conseguido el fraccionamiento de los dos grandes bloque de voto -las izquierdas, incluidos los independentistas, contra las derechas- en un ejercicio cainita que no se conocía en España desde hace mucha décadas.
Sánchez ya ha desplegado la bandera principal de su campaña: las derechas trifálicas -un hallazgo de la ministra de Justicia- amenazan a las fuerzas progresistas cuyos colores no son el rojo del socialismo sino el morado del feminismo y la bandera arcoíris. La maniobra mediática recuerda una vieja canción de lucha sindicalista: Y tú de que la do estás?
El horizonte real, no el debate político identitario al que quieren someternos- es preocupante. Una nueva recesión económica se está incubando en opinión de la mayoría de los expertos engendrada, en parte, por la crisis política que padece la sociedad occidental.
El brexit, la guerra comercial desencadenada por Washington, la emergencia de fuerzas contrarias a una mayor integración europea, el resurgimientos, en una palabra, del nacionalismo con sus múltiples rostros. España tiene abierto el frente nacionalista catalán, pero no es el único. Una gestión demagógica de los recursos públicos puede acelerar la recesión, con lo que uniríamos una crisis política con una social. Ojo con el precio del kilo de votante. No es una broma.