Su sucesor, Carlos Torres, no solo está obligado a una buena gestión desde la independencia, sino a recuperar la propia reputación de su grupo en beneficio también de la de todo el sector.
Miguel Blesa (Caja Madrid); Rodrigo Rato (Bankia); José Luis Olivas (Bancaja); Narcís Serra (Caixa Catalunya); Juan Pedro Hernández Moltó (CCM)… El listado de políticos metidos a banqueros parece casi interminable con la desaparición o reconversión de las cajas de ahorros. Ahora, el sector bancario tiene que sumar el nombre de Francisco González, que llegó por sus afinidades políticas a la presidencia de Argentaria y se afianzó durante lustros al frente del BBVA.
Su retirada “temporal” de la presidencia de honor del banco y de la fundación a tan sólo unas horas de la junta de accionistas del BBVA habrá restado algo de presión sobre su sucesor, Carlos Torres, pero no elimina sus responsabilidades en el caso de los espionajes encargados al excomisario Villarejo.
Si al final de las investigaciones abiertas se confirman las malas prácticas de FG cuando era presidente ejecutivo, ese carácter temporal pasaría a ser prácticamente definitivo. Y no sólo por los principios éticos de los que el de Chantada ha presumido durante casi todo su mandato, sino por el frente judicial que se abrirá en un futuro casi inmediato.
Tras ceder la presidencia ejecutiva del BBVA antes de los previsto, ya que González pretendía continuar hasta cumplir los 75 años de edad el próximo mes de octubre, y con su retirada “temporal” de los cargos honoríficos que ocupaba desde primeros de año, el poco prestigio que le quedaba se ha diluido como en algunos otros casos de políticos metidos a tareas bancarias.
Francisco González fue designado, por su afinidad al Partido Popular de José María Aznar, presidente de Argentaria y tras la fusión con el BBVA maniobró para quedarse como presidente único. En el intento de asalto de Sacyr al banco, los apoyos políticos también fueron claves, aunque vinieran por parte del entonces gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, desde hace un año consejero del grupo con sede en Bilbao.
Mala imagen
El actual presidente del BBVA tiene por delante una tarea más que dura. Carlos Torres deberá demostrar más independencia de su antecesor y recuperar la reputación dañada por el caso de los espionajes. Para ello, según muchos, es necesario que la investigación interna avance con la máxima celeridad posible.
Así se lo expresaron varios accionistas que tomaron la palabra durante la polémica junta celebrada hace unos días en Bilbao, sobre todo los representantes sindicales que denuncian de manera casi continuada una dura presión sobre una plantilla poco motivada y apoderada de la incertidumbre sobre lo que pueda ocurrir en el futuro.
Todo el sector bancario está volcado en la recuperación de la mala imagen que tiene ante la sociedad. Eso sí, ahora ya no vale la acusación de que la pérdida de reputación se ha producido por la mala gestión de las antiguas cajas de ahorros en manos de políticos de todos o casi todos los colores. Entre los banqueros caídos ahora está Francisco González, uno de los suyos.