OPINIÓN

La enología cosmopolita llega a la Sierra de Guadarrama

Cuando en Moldavia los po­lí­ticos tam­bién trai­cionan a sus vo­tantes y ciu­da­danos

Echar agua al vino
Echar agua al vino

En estos días de es­pinas po­lí­ticas y sen­ten­cias abra­ca­da­brantes una sor­presa cos­mo­po­lita en la falda de la sierra ma­dri­leña, en Moralzarzal. Tienda de ul­tra­ma­rinos in­ve­ro­símil frente a la iglesia pa­rro­quial. La tienda abre más horas que la igle­sia; la iglesia su­pera en fe­li­greses al nú­mero de clientes fí­sicos de la tienda de ul­tra­ma­ri­nos, aunque en lo que se re­fiere a los clientes di­gi­tales ya es otra cosa. La tienda de ul­tra­ma­rinos es parte de un centro de dis­tri­bu­ción de vinos y otras ex­qui­si­teces para España y el ex­tran­jero.

Un centro de distribución con representación de vinos de los más alejados puntos del planeta. Desde Nueva Zelanda y Australia hasta la meseta argentina guarnecida por los Andes y, eso también, pasando por Israel y España. Productos de nuestra tierra exquisitos y a precios muy competitivos. Consumidores exigentes lo hemos contrastado pidiendo ofertas a los fabricantes que figuran en las etiquetas.

Empieza la cata con sumiller incluido. Se comienza por los blancos neozelandeses que son una sorpresa para el paladar. Llegan los tintos sudafricanos y argentinos para finalizar con un Rioja espectacular. Una bodega riojana cuya primera cosecha embotellada fue comprada en su totalidad por un distribuidor suizo. Un buen pellizco para el bodeguero español y un pelotazo para el comerciante helvético. El precio de la botella en España estaba en los 29€ y en Suiza en 129 Francos Suizos.

El sumiller es una mujero, luego quizá deberíamos decir la sumiller. Una joven de Moldavia. No la Moldavia rumana sino la Moldavia de Besarabia. Un hachazo dado por la Unión Soviética al término de la Segunda Guerra Mundial. Pero la ssumiller se ha formado desde la infancia en la bodega de su abuelo. No puedo resistirme a preguntarle en su lengua, que escucha con alborozo cómo es posible que en la Moldavia soviética se permitiese la existencia de una bodega privada. Algo impensable en la Moldavia Rumana de Ceaușescu. Era pequeña la bodega, responde, pero legal y elaboradora de vinos excelentes.

Sigue la cata. Han pasado los blancos y llegamos a los tintos. La conversación se anima: alguien pregunta si en Moldavia pasan estas cosas que pasan en España a la hora de formar gobierno. Justamente el gobierno moldavo acaba de colapsar. La alianza entre el partido occidental y el socialista prorruso se ha roto. Se unieron para derrotar al Partido del oligarca Vladímir Plahotniuc pero la unión de occidentales y socialistas nacida para acabar con la corrupción se ha roto.

Bellas palabras que rescato de Facebook de la hasta ahora primera ministra moldava Maia Sandu: “Hoy no solo el gobierno que defiende el interés del pueblo ha sido traicionado, sino también los propios ciudadanos que confiaban en que se haría justicia y mejoraría su nivel de vida”.

A su vez, el comisionado de la UE para la ampliación, Johannes Hahn afirma: “la caída del gobierno moldavo envía una señal preocupante para el proceso de reforma”.

Cambio de tercio. Moralzarzal ya no es un pueblo serrano de casas con muros de granitos con su iglesia y su campanario sino una extensa urbanización con supermercados, gimnasios e instituciones públicas y privadas. También una curiosidad insólita: una plaza de toros cubierta obra del alcalde constructor y representante del Partido Popular. Se paralizó la construcción y de nuevo está en marcha.

Uno de los catadores recién llegado de Alemania se pregunta si en Moralzarzal, como en Berlín, la gente no tira del crédito a bajo coste para comprarse una vivienda que si no la habita le producirá una rentabilidad superior a los bonos o a las acciones bursátiles.

El vino ha obtenido un efecto cosmopolita. Es hora de corresponder a la invitación llevándose unas botellas de vino, que no es barato pero si excelente.

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