Hace apenas unos días, la 'fintech' FinReach empezaba a operar en España con un mensaje perturbador para la banca nacional: el 30% de los españoles cambiaría de banco si el proceso fuera más sencillo. Lo dice quien cuenta con una plataforma 'online' precisamente para facilitar a los clientes el traslado de cuentas entre entidades en -asegura- "cuestión de minutos". Es sólo un ejemplo para demostrar como la ofensiva contra los viejos modelos llega desde todos los frentes.
Los grandes grupos, es decir Santander, BBVA y CaixaBank, dirán en la inminente presentación de los resultados del ejercicio 2018 que han puesto la digitalización en el centro de sus estrategias. No serán los únicos, pero no todas las entidades pueden llegar la velocidad de crucero en este proceso. Ya lo avisó hace unas semanas el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, que cree que la baja rentabilidad del negocio impide a las entidades afrontar el reto con el volumen de inversiones necesario.
Mientras, en Davos, Oliver Wyman ha puesto sobre la mesa un informe que asegura taxativamente que sólo van a sobrevivir las entidades capaces de generar negocios digitales en paralelo a los modelos de negocio tradicionales del sector. Que es lo mismo que decir que la banca tiene que crear sus propias ‘fintech’. Dice la consultora que el coste de poner en marcha este proceso es asequible y aporta algún dato: se pueden crear en un año con una inversión entre 9 y 53 millones de euros.
Pero en el sector no lo tienen tan claro: “No es sólo una cuestión de poner en marcha nuevos vehículos, sino de costear la desactivación de algunos de los ya existentes para que las cuentas cuadren. El problema de la banca es que tiene unas estructuras tradicionales costosísimas en términos de gastos de estructura. Para hacer frente al cambio, tenemos que hacer frente a unos gastos enormes. Son muchos los bancos que con los tipos en el 0% y los márgenes sufriendo enormemente no se lo pueden costear”, señalan en un banco mediano.
En un año marcado por la aglomeración de malas noticias en el sector en este comienzo de 2019 –la intervención de Banca Carige, las advertencias de la CNMV a otro banco italiano como Monte dei Paschi, el ‘profit warning’ de Société Générale o el desplome del banco inglés Metro Bank-, está quedando claro que a la banca le queda una larga travesía del desierto. Muchas entidades sólo podrán superar los retos que impone el nuevo escenario global a través de fusiones para ganar tamaño y evitar quedarse fuera del proceso.
“En España estamos viendo las negociaciones entre Liberbank y Unicaja para dar lugar a un banco con una cuota de mercado del 4%, pero no hay más que ver como el Gobierno alemán está impulsando la integración de los gigantes nacionales Deutsche Bank y Commerzbank. Son muchos los que dudan que una fusión lo solucione todo, pero son más aun los que están de acuerdo en que por separado tienen poco que hacer con los problemas que arrastra cada uno”, señalan fuentes del sector financiero.
Por lo tanto, gran parte de la banca afronta el reto digital en una posición de debilidad y muchos problemas acumulados. La digitalización no es una opción, sino una necesidad, pero el proceso amenaza con dejar víctimas por el camino.