El todavía presidente ejecutivo del BBVA, Francisco González, sorprendía a todos en el mes de septiembre pasado con la decisión de jubilarse antes del plazo previsto, que podría haber llegado hasta octubre de 2019, justo cuando cumplía los 75 años de edad estipulados para su retirada.
El hecho es que el propio Francisco González (FG) ya estaba bajo la vigilancia del propio grupo que ha presidido durante casi dos décadas en solitario y en el que aún se mantiene como presidente de honor tras la designación de Carlos Torres Vila, su último consejero delegado, como su sucesor.
En un comunicado oficial del banco, a raíz de los espionajes por parte de Villarejo a empresarios, políticos y periodistas, se afirma que "en junio de 2018 inició [BBVA] una investigación sobre la contratación y los servicios prestados por dicha empresa", en referencia al Grupo Cenyt de Villarejo.
Además, el propio grupo bancario "solicitó a un despacho externo de abogados una revisión independiente de los hechos y de la documentación disponible. Ambas actuaciones están en curso en la actualidad", después de que tanto el propio FG como el actual presidente del BBVA, Carlos Torres, declinaran más detalles sobre todo este turbio asunto.
"Si en las investigaciones se acreditara la existencia de irregularidades, BBVA tomará las medidas internas que procedan y llevará a cabo las acciones judiciales pertinentes, y como siempre colaborará con la justicia".
En la página oficial del banco, FG aún mantiene su regla de oro sobre los principios: "decir que no a lo que no sea legal, publicable o moralmente aceptable por la sociedad". Un listón que se queda muy alto en estos momentos.
Según fuentes consultadas, las alertas por la contratación de los servicios de espionaje de José Villarejo ya se habrían detectado desde la Comisión de Auditoria aún en tiempos en los que estaban en la misma Gregorio Marañón y Beltrán de Lis y José María Gainzos, antiguos consejeros del grupo bancario.
Algunas otras fuentes apuntan a que la Agencia Tributaria ya estaba bajo la pista de la repatriación del millonario fondo de pensiones de Francisco González (oficialmente, cifrado en unos 79 millones de euros y que otros calculan en casi 140 millones), después de que se anunciara su retirada como presidente ejecutivo.
Mudanza aplazada
Capital Madrid ya publicó el pasado mes de octubre que Francisco González había aplazado el traslado de todos los enseres que tenía en su despacho presidencial en el edificio de La Vela, a las afueras de Madrid.
Dicho aplazamiento podría justificarse, según fuentes consultadas, a evitar la destrucción de algunas pruebas, y no sólo relacionadas con el intento de asalto de Sacyr en 2004, más que a su continuidad como presidente de honor del BBVA.
Sin embargo, esas mismas fuentes apuntan que algunas facturas emitidas antes de 2012, aunque no determinados contratos, habrían desaparecido, por lo que de determinados servicios de espionaje contratados, presuntamente, por FG no quedarían ahora constancia salvo por otras partes implicadas.
Más de lo mismo
Desde luego, y a tenor de los acontecimientos y los hechos que se conocen desde su retirada, la transición en la presidencia del BBVA queda bastante lejos de lo "bastante ejemplar" que ha calificado por parte del propio grupo y de su hasta ahora consejero delegado durante la presentación de los resultados del tercer trimestre.
Durante ese acto, y a distancia de los periodistas como ya se ha fijado desde hace tiempo por el grupo financiero, el propio Carlos Torres Vila dejaba abierta la puerta a que Francisco González pudiera asistir a la próxima junta de accionistas del BBVA. "No hay que ver fantasmas", añadía el ahora presidente del banco.
Por supuesto, y antes de que dentro de pocos meses se celebre ese encuentro, el propio FG estaría obligado a comparecer para poder ofrecer una versión exacta de todo lo que ha ocurrido con los presuntos espionajes encargados a Villarejo y con la posibilidad de que pudiera ser preguntado sobre esos polémicos acontecimientos.
Tal vez por todo ello, además de la situación del banco con algunas apuestas como la de Turquía, ya habían situado al BBVA en el radar del Banco Central Europeo (BCE), algo que se acentuó tras las últimas pruebas de resistencia de la EBA, con la advertencia del vicepresidente Luis de Guindos, ex ministro de Economía.