Theresa May amenazó con retirar el coche oficial a los ministros si dimitían

‘Un acuerdo de Brexit que man­tiene a Reino Unido vin­cu­lado in­de­fi­ni­da­mente a las normas y re­glas de la UE’

Brexit
Brexit

No iba de fa­rol. Ella no. Y menos esta vez. Del Brexit Es Brexit en la ver­sión del Brexit Duro al Brexit Sólo De Nombre en la op­ción del Brexit Suave, la ex­tra­or­di­naria y en mu­chos as­pectos his­tó­rica y hasta his­trió­nica cumbre del viernes del Gobierno bri­tá­nico quedó al final más cerca de lo se­gundo.

La primera ministra tendió una encerrona a sus 26 ministros: primero les arengó con apelación al patriotismo y el futuro del país. Luego los empapuzó de comida y bebida. Y si todavía no entraban por el aro, les amenazó.

Como dice The Times este sábado en primera plana: ‘Los miembros del gabinete sólo tenían una salida al serles presentado un hecho consumado’. O como reconoce The Daily Telegraph, también en su primera página: ‘Theresa May ganó su batalla con los ministros euroescépticos el viernes por la noche tras anunciar que el gabinete se había sumado a un acuerdo de Brexit que mantiene a Reino Unido vinculado indefinidamente a las normas y reglas de la UE’.

O como cuentan bastantes medios, y con detalle The Sun: ‘Antes de que los ministros se hubieran incluso sentado a la mesa, Downing Street les incordió al decirles que tendrían que llamar a un taxi para volver a casa si dimitían, porque les retirarían inmediatamente sus coches oficiales’. Y no era una exageración. ‘Una importante fuente del Gobierno dijo que en el recibidor había tarjetas de la compañía de taxis Aston para quienes decidieran que no podían tomar la decisión correcta para el país, y que de todas formas tendrían una larga caminata como de kilómetro y medio’.

La razón de la repentina firmeza de May tras muchos meses de vacilaciones, dudas e indecisión entre las posiciones antitéticas de los Brexiteers y los Remainers la resume Financial Times en su gran titular de apertura en la edición del fin de semana: ha sido una decisión ‘a favor de las empresas’. Este es el titular completo: ‘May logra el respaldo al Brexit ‘suave’ tras hacer frente a los rebeldes de su gabinete: acuerdo en Chequers para una postura a favor de las empresas; fracasa el contraataque de los euroescépticos liderados por (el titular de Exteriores Boris) Johnson’.

No todo está consumado. Esos Brexiteers han comenzado a reaccionar con furia. Como el líder de la plataforma Brexit Es Brexit, John Longworth, quien dice en un artículo en el Telegraph acusa a la primera ministra de ‘engañar a 17,4 millones de votantes’ y de llevar al país a un ‘fake Brexit’ con un ‘mal acuerdo’. Y el caricaturesco Nigel Farage, ex líder de los ultranacionalistas, ya ha denunciado que May se ha rendido a ‘las grandes corporaciones’ sin tener el cuenta al 90% de empresas que no exportan a la UE’.

Es un punto de vista, pero no del todo correcto, y mucho menos válido. En las últimas semanas, grandes empresas británicas y europeas han venido advirtiendo de que una ruptura grave, caso del Brexit Duro o peor, de No Acuerdo, no tendrían más remedio que hacer las maletas e irse de Reino Unido. Hay cifras sobre riesgo de pérdida de empleos, aunque sólo son cálculos. Pero serían muchos miles. Además, la demagógica acusación de Farage se cae por sí misma: si el 90% de las empresas británicas no negocian con la UE, ¿de qué hay que preocuparse ahora y por qué no te has preocupado antes?.

El 10 de Downing Street ha publicado dos documentos: una especie de proclama con los 12 puntos del Brexit propuesto, con una redacción apropiada para que nadie diga que eso no es Brexit, y un documento de tres páginas algo más detallado y que refleja un cambio de postura trascendental. Por fin el Gobierno de Reino Unido reconoce, con todas las salvedades que se quiera, que fuera de la UE no hay salvación. Se puede ir por el mundo a pecho descubierto con la idea de ser potencia global, pero es sólo postureo.

Queda la reacción de Bruselas. De los 27. No es aventurado vincular la firmeza de May con la visita 24 horas antes a la canciller alemana Angela Merkel. ¿Logró la aprobación a sus planes? ¿En qué medida? La primera reacción del negociador comunitario para el Brexit, Michel Barnier, ha sido más cálida que de costumbre. Y como el demonio está en los detalles, habrá que esperar al Libro Blanco de 120 páginas que se hará público la semana próxima. Ahí estarán todos los detalles y ahí pueden esconderse todos los demonios.

Pero de momento, la propuesta de crear un ‘área de libre comercio para productos industriales y agrícolas’ es un paso más allá de la ‘asociación aduanera’ que buscaba Londres hasta ahora. Ahora, además, la frontera de Irlanda con Irlanda del Norte seguirá como hasta ahora: inexistente. El escollo que puede invocar Bruselas, como hasta ahora: ¿por qué no se propone también libertad de flujo en los servicios, financieros especialmente? Puede haber un quid pro quo, en el que ambas partes ceden algo.

La próxima semana todo va a subir de temperatura. Se sumarán: la climatología, que anuncia calor de justicia; la visita de Trump a Europa para la cumbre de la OTAN y a Reino Unido pero sin casi pasar por Londres para evitar protestas; y el Libro Blanco, que será mirado al microscopio por unos y otros.

Para la historia quedarán las doce horas de la residencia campestre de Chequers, desde las diez de la mañana hasta las diez de la noche. Con un servicio de restauración muy, pero que muy británico, y desde luego nada escaso. Entre desayuno, tentempié, comida, merienda, refrigerio y cena, May y sus 26 ministros engulleron todo esto, entre otros manjares: salmón escocés ahumado a las astillas de barriles de whisky y envuelto en masa madre casera; puerros crujientes con patatas y brotes del huerto de Chequers; muslos de pollo a la barbacoa; filete de buey con ensaladas de trigo, remolacha, calabacín, queso Feta, granada…

Y postres, claro: flanes, frutas, natillas, helados…

Artículos relacionados