Como las cosas no se podían poner mucho peor, la semana pasada terminó con cierto alivio. La formación de Gobierno en Italia paró la hemorragia de ventas en los mercados del sur de Europa. Por su parte, la llegada de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno español fue acogida con relativa tranquilidad por los grandes bancos de negocios internacionales. Aquí, en la piel de toro, nadie pone en duda ni el euro, ni siquiera los Presupuestos pactados por Rajoy con los nacionalistas vascos. Al menos a corto plazo no hay razones para el pánico.
El Ibex subió un 1,7% el viernes. Una mera reacción técnica, según los analistas, cuya continuidad no está en absoluto garantizada. Queda mucha tela por cortar. En España, porque Sánchez tendrá que lidiar durante mucho tiempo con el duro toro de un nuevo Gobierno que estará integrado con harinas de muy distintos costales. Y en la Italia del 133% de deuda sobre el PIB, porque está por ver hasta dónde disparará el nuevo ejecutivo (gestado de penalti y en el último minuto) el gasto público. Ese es ahora el principal temor de los inversores.
Por lo tanto, la volatilidad y los nervios están más que garantizados. Dos factores que contribuyen a cerrar los mercados. “El dinero se ha replegado casi completamente. Hemos visto una caída tremenda de las valoraciones –sólo la banca ha llegado a perder casi 30.000 millones de euros en la segunda quincena de mayo- que tardará mucho tiempo en ser recuperada. Para las empresas ahora no es atractivo vender acciones en ninguna de sus distintas modalidades”, señalan en un banco de negocios internacional.
Distintas fuentes bursátiles coinciden en que será prácticamente imposible realizar nuevas operaciones hasta, como mínimo, el próximo otoño. Sería la primera ventana de liquidez posible a la vista, porque en estos momentos ni los inversores están dispuestos a pagar prima alguna ni las compañías están por la labor de meter la tijera a sus valoraciones porque creen que la crisis del mercado bursátil será pasajera, aseguran las mismas fuentes.
Pero retraso planes
La lista de espera de empresas que quieren dar el salto al mercado de valores es muy amplia, con las inmobiliarias a la cabeza. Además, de Azora, que sigue a la espera de que resuelva la OPA de Blackstone por Hispania que valora a la socimi en 1.900 millones de euros, otras compañías del ladrillo ven como sus planes se complican. Testa ha renunciado a vender acciones, y otras como Haya Real State y Vía Célere ven como el interés de los inversores decrece en un mercado saturado de papel inmobiliario.
Otras compañías como Cepsa o Cortefiel están en la misma tesitura. Y tampoco hay lugar ahora para las ampliaciones de capital clásicas ni para las colocaciones aceleradas de acciones, porque exigirían jugosos descuentos. Por lo tanto, los bancos de inversión adelantan las vacaciones de verano. Con muchas operaciones totalmente articuladas, solo quedar esperar a que el mercado se abra de par en par. ¿Cuánto tiempo? De momento, la visibilidad es nula en la bolsa española.