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La conexión española del agente doble ruso Skripal envenenado en Inglaterra

‘Aparentemente, Putin ve que este tipo de ac­ti­vidad le va a re­portar be­ne­fi­cios’ en las urnas

Vladimir Putin
Vladimir Putin

Unas fuentes dicen que re­cibió hasta 100.000 dó­lares en una cuenta a su nombre en España. Otras, que la can­tidad fue de unas 54.000 li­bras, tam­bién en su cuenta es­pañola. Luego fue des­cu­bierto, juz­gado en Moscú, con­de­nado en 2006 a 13 años de cárcel por trai­ción y can­jeado en 2010 con otros tres es­pías do­bles por 10 topos rusos y agentes dur­mientes que vi­vían en EEUU. Desde luego, la vida y mi­la­gros del co­ronel Serguéi V. Skripal se pa­rece a una buena peli.

Ahora está entre la vida y la muerte. Toda la prensa británica abre sus portadas y primeras páginas a lo grande. Con titulares fuertes, dignos de la II Guerra Fría que el presidente ruso Vladímir Putin quiere ganar todos los días. Por ejemplo: ‘Antiguo espía ruso en estado crítico tras contaminarse con una sustancia misteriosa’ (Financial Times); ‘Un espía ruso lucha por su vida tras ser ‘envenenado’ (The Daily Telegraph); ‘Una sustancia desconocida’ deja a un antiguo espía ruso en estado crítico en el Reino Unido’ (The Guardian).

Y así los demás. Excepto alguno como The Salisbury Journal, que como diario de la ciudad donde reside Skripal y donde se produjo el incidente, aporta un dato adicional más que relevante: la ‘sustancia misteriosa’ o el ‘veneno desconocido’ parece que no es otro que fentanilo, de acuerdo con la primera impresión de los servicios de emergencia del hospital a donde fueron llevados el ex espía y su acompañante.

El fentanilo es una de las mayores pesadillas de las sociedades occidentales desde hace años. Hace estragos como droga de moda, pura, mezclada o adulterada, en EEUU: de los 64.000 muertos en ese país en 2016 por sobredosis de opiodes y otras drogas, 20.000 fueron víctimas del fentanilo. Se habían multiplicado por cinco en sólo tres años.

Su poder es infinitamente mayor que la heroína, y también cien veces más adictivo. Ahora se está estudiando en algunos estados para utilizar el fentanilo para inyectarse a los condenados a muerte a la hora de la ejecución.

Pero el caso más famoso de uso letal del fentanilo se produjo en Rusia en 2002. Cuando un comando checheno se apoderó del teatro Dubrovka y se hizo fuerte con todos los espectadores como rehenes, las autoridades esperaron tres días para intentar negociar. No más. Y desde luego, no hicieron caso de las demandas de los terroristas: que Putin dejara a Chechenia en paz y terminara la guerra en aquella región del sur de Rusia.

Los cuerpos de asalto rusos irrumpieron en el teatro, diseminaron un gas y al final los 40 terroristas estaban muertos. También 130 de los 850 espectadores del teatro. Aunque oficialmente no se informó de qué tipo de gas se había usado, científicos rusos dijeron que se trataba de un compuesto con fentanilo.

Skripal vivía en Salisbury desde su liberación, y se había comprado una casita de 340.000 libras. A sus 66 años, llevaba una vida apacible. Su mujer Ludmila, falleció hace unos años, y el domingo fue a almorzar con su joven amiga al restaurante Zizzi. Tras el incidente, ha sido cerrado por precaución, aunque ningún otro cliente ni empleado ha sufrido molestias.

Pero en Reino Unido está muy cerca el caso de Alexandr Litvinenko. Fue envenenado en 2006 al tomar té en un hotel en una reunión con antiguos amigos. O eso creía él: la radiactividad del polonio 210 que le introdujeron en la bebida acabó con su vida en cuestión de días. Las investigaciones oficiales posteriores llevaron la responsabilidad al Kremlin. Si Roma no paga traidores, Moscú los descabeza.

Es casi literal: un alto funcionario del Kremlin citado por el diario ruso Kommersant en 2010 dijo textualmente en referencia a otro traidor, identificado entonces como ‘coronel Shcherbakov’, que ‘sabemos quién es y dónde está’. Y añadió amenazante: ‘No duden de que ya le hemos enviado un Mercader a por él’. La referencia espeluznante recordaba el histórico asesinato de Trotsky en 1940, cuando Ramón Mercader le asestó en la nuca con un piolet. Otra lejana conexión española.

El diario The Times, entre otros, recuerda este martes esa amenaza de 2010 y el nombre de Mercader. Pero se la atribuye sin ninguna prueba al mismísimo Putin, quien habría pronunciado la frase contra Shcherbakov como responsable de haber revelado la identidad de los diez topos en EEUU, entre ellos una joven llamada Anna Chapman que a la vuelta a Rusia se hizo cantante y forofa de Putin.

¿Y lo de Skripal? Coronel del GRU, el temible servicio de inteligencia del ejército ruso, estuvo destinado en Europa en los años noventa. Ahí entró en contacto con miembros del contraespionaje británico, el MI6. Le ingresaban religiosamente unos dineros cada mes en su cuenta en España…, a cambio de nombres de espías ruso en Europa. Según algunos, destapó la cobertura de hasta 300 espías.

Se retiró en 1999, pero de acuerdo con algunas informaciones, siguió facilitando datos al MI6 en el propio Moscú. Hay relatos típicos de un film de 007: que si utilizaba una piedra en el parque en cuyo interior había material electrónico que grababa los datos a distancia, que si pegaba un pendrive con chicle bajo un banco…

Para Alexandr Goldfarb, amigo tanto de Skripal como de Ltivinenko en su día, está claro que la repentina enfermedad del antiguo coronel del GRU huele al ‘modus operandi’ del Kremlin. Pero hay algo nuevo, que Goldfarb le señala al Daily Mail: es curioso que se haya producido el incidente en puertas de las elecciones en Rusia el próximo día 18: ‘Aparentemente, Putin ve que este tipo de actividad le va a reportar beneficios’ en las urnas…

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