El re­sul­tado fi­nan­ciero tam­bién ha ju­gado en contra de la dis­tri­bui­dora

Mercadona prefiere reducir beneficios en casi 200 millones antes que perder clientes

Redujo már­genes y 2018 apunta tam­bién a un año de con­ten­ción y ba­jada de pre­cios

Roig, Mercadona, en AECO
Juan Roig, Mercadona.

Ganar un 49% menos que el año an­te­rior nunca es una buena no­ticia para una em­presa, salvo que lo diga Juan Roig, pre­si­dente de Mercadona, quien afirma que esta es una forma de “ponerse a dieta” para poder dar la ba­talla por me­jores ren­ta­bi­li­dades “a largo pla­zo”. Tras echar las culpas de la caída de re­sul­tados de 2017 a las in­ver­siones en cam­biar la forma de vender y ex­culpar a los pre­cios de venta en sus tien­das, Roig anunció un be­ne­ficio para 2018 prác­ti­ca­mente sin cre­ci­miento.

Pero lo cierto es que aparte de invertir más, Mercadona ha reducido el margen de sus precios y no parece que vaya a relajar su particular batalla contra la competencia.

Un primer vistazo rápido a las cuentas de Mercadona de 2017 invitaría a pensar que, efectivamente, el aumento de la inversión realizada por la cadena de supermercados se ha llevado por delante la mitad del beneficio del año. Efectivamente, frente a los 685 millones invertidos en 2016, el pasado año alcanzó la cifra de 1.008 millones. La diferencia (323 millones) es prácticamente la misma que reflejan los beneficios de 2016 (636,2 millones) y 2017 (322,2 millones), que asciende a 314 millones a la baja. Pero no es tan simple.

Para empezar, del conjunto de inversiones realizadas por la cadena, el gasto realizado en compra de terrenos y trabajos de construcción de nuevas tiendas afecta a la caja, pero no al beneficio contable. Y, además, ha habido otros elementos diferenciales entre 2016 y 2017 que sí han tenido influencia en la cuenta de resultados, como los ingresos y gastos financieros, así como la reducción del margen comercial.

Cuestión de precios

Según las cuentas presentadas por la propia Mercadona en sus memorias anuales, en 2016 tuvo una facturación neta (una vez descontado el IVA de las ventas brutas) de 19.802 millones de euros, para lo que tuvo que comprar mercancías a sus proveedores por valor de 15.029 millones de euros. Eso quiere decir que entre lo que pagó por llenar las estanterías y lo que recaudó neto en las cajas de las tiendas hay una diferencia del 24,11%, que es el margen comercial bruto. De esa diferencia tiene que salir el dinero para pagar el resto de los gastos y las inversiones.

Si ese mismo cálculo se realiza con las cifras de 2017, la facturación neta ascendió a 21.011 millones de euros y las compras a proveedores sumaron 16.087 millones. Esto da un margen comercial bruto del 23,44%, lo que significa que la diferencia se ha estrechado.

Y eso sólo tiene dos explicaciones posibles: o bien los precios en origen han subido y Mercadona no ha repercutido el encarecimiento en sus precios de venta, o bien los precios en origen se han mantenido y la cadena de supermercados ha bajado los suyos para vender más y ganar cuota de mercado frente a la competencia. Lo normal es que haya una mezcla de las dos.

Todo esto se traduce en que, si Mercadona hubiera mantenido en 2017 el mismo margen comercial bruto que en 2016, las ventas netas habrían sido superiores en cerca de 185 millones de euros, que habrían ido directamente a engrosar el beneficio del año. De esta forma, con las mismas inversiones realizadas en el ejercicio, el beneficio antes de impuestos de 2017 habría sido notablemente superior al declarado (587 frente a 402 millones de euros), lo que habría contribuido a que la caída no hubiera sido tan drástica.

Esto, según fuentes del sector consultadas por Capitalmadrid, es pura política de precios. “Gracias a ella -comentan- Mercadona ha subido un punto más en su cuota de mercado en 2017, hasta pasar del 24% del total”. Y eso significa que prácticamente uno de cada cuatro euros que los españoles gastan en cadenas de supermercados y grandes superficies acaba en las cajas de Mercadona. Para 2018, las cifras adelantadas por Juan Roig auguran el mantenimiento de esta política comercial agresiva. En 2017 Mercadona ha abierto 13 nuevos supermercados, a los que se sumarán los 27 que según su presidente serán inaugurados en 2018. En total serán 40 nuevos puntos de venta.

Y sin embargo la previsión de facturación bruta pasa de los 22.915 millones de 2017 a los 23.500 estimados por la empresa para 2018. Si se le descuenta el IVA, las ventas netas de 2018 quedarán en el entorno de los 21.500 millones frente a los 21.011 de 2017. Esto sólo es posible si se mantiene una contención de precios igual o más potente que la del año pasado.

Otros gastos

Los precios, pues, tienen su importancia en la cuenta de resultados, como lo tienen otras partidas, más pequeñas, pero que también afectan a los números de la cadena de supermercados. El aumento de los costes de personal, por ejemplo, guarda una relación constante con el aumento de plantilla necesario para las nuevas aperturas de tiendas y de centros logísticos. Pero hay uno, el del resultado financiero, que en 2017 ha jugado una mala pasada a las cifras de Mercadona.

Mientras que en 2016 esta partida de la cuenta de resultados sumó 23,5 millones a la cuenta de resultados, en 2017 sólo ha aportado 6,6 millones. Esos 17 millones de diferencia también habrían engrosado el resultado final. Y ¿de dónde viene la caída? Una causa fundamental ha sido la continua caída de los ingresos por intereses de la tesorería invertida en instrumentos financieros. En 2017 han bajado de 26 a 20 millones de euros, debido en parte a los tipos de interés cada vez más bajos, pero también a que el efectivo de la empresa ha bajado en 453 millones de euros en el año, debido a los costes de apertura de nuevas tiendas y de remodelación de otras 183. El resto de explica por deterioro o pérdidas de valor en activos financieros.

Todo esto ha hecho que la rentabilidad sobre ventas (resultado de explotación sobre ventas netas) de Mercadona haya caído en 2017 hasta el 1,88% frente al 3,94% de 2016. Juan Roig mantiene que todo este esfuerzo económico está destinado a mantener a su cadena de supermercados como la líder a largo plazo y, entre otras cosas, asegura que va a cambiar la forma de enfocar la venta online, con la que, según sus palabras, “pierde dinero a punta pala” cuando se distribuye a domicilio desde las tiendas. ¿La solución? Copiar a los grandes y montar centros logísticos automatizados en todo lo que sea posible para distribuir desde ellos y no desde las tiendas físicas de barrio.

De momento, la cadena de supermercados terminó 2017 con 2.850 millones de caja, que dan para financiar muchas inversiones sin tener que acudir a los bancos. El peligro está en que quiera forzar la máquina de la guerra de precios para seguir ganando cuota. En ese caso, según aseguraba la agencia Moody's hace pocas semanas, la competencia puede pasarlo mal porque tendrá que reducir márgenes para conservar su sitio en el mercado. Pero las guerras se sabe cómo empiezan, pero no cómo acaban.

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