Los expertos, sin embargo, señalan que hay otros activos en el mercado de metales preciosos que podrían estar reemplazando al oro en ese papel de garantizar la estabilidad de las carteras como es el caso del paladio y el platino. Metales que están empezando a atraer buena parte de ese dinero reticente a volver a las bolsas.
Ambos metales preciosos presentan notables diferencias respecto al oro y la plata. Las dos características más importantes son que nunca han sido utilizados como moneda fiat ni como refugio contra la inflación. Otra diferencia es uso extensivo en el sector industrial. Esto último hace al platino y al paladio mucho más dependientes de los ciclos económicos.
El platino es un metal dúctil, maleable y buen conductor de la electricidad. La mayor parte de la producción, aproximadamente el 40%, va destinada a la automoción, es una parte fundamental de los catalizadores, mientras que el 30% se destina a joyería, un 23% a otro usos industriales y apenas un 7% corresponde a inversión como activo financiero.
El paladio, por su parte, comparte buena parte de las características del resto de metales con la ventaja de que es el más ligero de todos ellos. Esa ligereza, junto con su gran resistencia, lo hace muy útil para componentes de reducido espacio como en odontología, la telefonía móvil o en instrumentos quirúrgicos.
Su producción es muy baja debido a su difícil localización. Gran parte de ella, el 70% se destinada al sector de la automoción (catalizadores), un 20% al sector eléctrico y el 10% restante a otros entre los que está la inversión financiera con un mínimo porcentaje. A ellos se suma el riesgo político de los países donde se produce, Sudáfrica y Rusia acaparan más del 80% de la producción mundial.
“Su escasez y el buen momento del ciclo industrial”, señala Álvaro Gallego, CEO de Auibérica, “estarían posicionando a estos dos metales a la cabeza de las mejores opciones de inversión entre los metales preciosos para mejorar la rentabilidad de las carteras a corto y medio plazo para aprovechar el ciclo”.
Invertir en ellos es igual de sencillo que en oro y plata. Se puede hacer a través de mineras, en ETP, derivados, pero la mejor opción para los expertos es la inversión de forma física en lingotes. Esto generalmente supone mayores costes de adquisición y almacenamiento.
No obstante, las nuevas plataformas de Internet han ayudado a resolver este problema. Es más, “en algunos casos puede suponer una notable ventaja”, señala Gallego, “pues en el mercado existen depósitos de inversión en estos metales que permiten ir pasando de un metal a otro y obtener así la mayor rentabilidad en cada momento, independientemente del ciclo económico.