El director general del Servicio de Estudios, Manuel Aguilera, fue el encargado de explicar el contenido del informe y sus conclusiones. Entre ellas, se destacan cuatro acciones que hay que tomar para lograr un mejor equilibrio entre los diferentes pilares del ahorro. En primer lugar, hay que mantener y fortalecer un esquema básico de apoyo social, es decir, un mínimo solidario no contributivo de apoyo a los estratos de trabajadores que no logren concluir una carrera laboral que permita el acceso a una pensión de origen contributivo.
Además, es necesario conformar un primer pilar contributivo que combine la solidaridad intergeneracional con el esfuerzo del ahorro individual, aproximando las prestaciones del sistema a las contribuciones individuales. En tercer lugar, hay que generar estímulos para que las empresas creen y gestionen planes de pensión complementaria de tipo contributivo que se constituyan en un suplemento a las pensiones públicas. Y por último, se pide incentivar el ahorro individual y voluntario de medio y largo plazo que los trabajadores generen en productos financieros orientados a la jubilación que complementen las pensiones del primer y segundo nivel.
Este informe pretende contribuir al debate sobre la situación de las pensiones en España, debate que se encargó de azuzar en la presentación del informe la presidenta de Unespa, Pilar González de Frutos, quien para situar el tema recordó que la combinación de la reforma de las pensiones de 2011, de la generación del índice de revalorización de las pensiones (IRP), y de la puesta en marcha del factor de sostenibilidad va a reducir la generosidad de las pensiones públicas en algo más de 30 puntas básicos, es decir, aproximadamente en un 40%. Si se tiene en cuenta que el 96% de las pensiones del sistema proceden del pilar público, parece que “si queremos mantener la generosidad global necesitaremos que ese 4% que hoy viene de productos de capitalización sea más grande”.
Esta es una de las cosas que reclama Unespa, la creación de un pilar de previsión; y, en concreto, ha vuelto a defender un esquema de adscripción por defecto como el de Reino Unido o Nueva Zelanda, que se combine con esquemas de subvención condicionada (el gesto del trabajador de ahorrar debe generar un gesto automático y consecutivo por parte del empleador) y con ventajas fiscales. Advierte de que el tiempo corre en contra: “Poner en marcha y alcanzar la velocidad de crucero en un sistema de ahorro complementario toma 15 años”.
Para el sistema público de pensiones el sector asegurador también tiene planes. Quieren un sistema de cuentas nocionales para que sea sostenible, es decir, que haya un equilibrio entre lo que entra y lo que sale; y quieren un sistema predecible. Y en este ámbito propone automatizar el sistema para que la edad de jubilación se mueva cada vez que los demógrafos constaten un desplazamiento suficiente de la longevidad e introducir algún elemento de reequilibrio automático que fuerce medidas en su interior cada vez que la relación dinámica entre activos y pasivos se deteriore.