La primera oportunidad, antes incluso de que finalicen las vacaciones de verano, se presenta este jueves con ocasión de la reunión de la Diputación Permanente del Congreso de los Diputados.
La agenda no puede estar más cargada. PSOE, IU-Podemos, ERC y el grupo mixto, entre otros, quieren que el presidente comparezca con carácter de urgencia para explicar su intervención en el caso de la presunta corrupción del Partido Popular. Pero además quieren las comparecencias de los responsables de Hacienda, Interior, Justicias, Empleo, Fomento, Exteriores e Industria y Energía.
Es de alabar el interés de la oposición por tratar de controlar al Gobierno y que la actuación del Ejecutivo redunde al máximo en el bienestar de la ciudadania a la que representan. Pero este interés porque Rajoy explique lo que conocía de la presunta corrupción de su partido o que los ministros mencionados expliquen las cuestiones de última hora, no pueden hacer olvidar las múltiples deficiencias en materia de seguridad que han quedado en evidencia puestas en los atentados de Barcelona y Cambrils.
Resulta urgente conocer porqué tras la explosión del miércoles 16 de agosto en un chalet de Alcanzar, que se escucho a varios kilómetros a la redonda, los Mossos la declararon como accidental por una acumulación de gas y no permitieron a la Guardia Civil de La Rapita que interviniera en la investigación inicial.
En este chalet además, tras descubrir un centenar de bombonas de butano y varias de acetileno, los Mossos solo consideraron la hipótesis de un accidente y no consta que lo comunicaran ni a la Guardia Civil ni a la Policía Nacional. A ello hay que añadirle que la casa estaba ocupada según el testimonio de los vecinos que lo habían denunciado sin ninguna consecuencia.
Tras producirse el atentado en Barcelona, agudizaron los análisis del material encontrado en el chalet de Alcanar y encontraron restos de triperóxido de triacetona (TATP), el explosivo comúnmente utilizado por las células terroristas yihadistas y cuya fórmula de fabricación la difunde en sus páginas de internet.
Tras anunciar el portavoz de los Mossos que descartaban nuevos atentados poco después, una furgoneta con cinco marroquíes, intentaba repetir la masacre cometida horas antes en La Rambla. El detalle de lo sucedido exige también una detallada investigación y una más consistente explicación en el Congreso de los Diputados de las que hemos conocido hasta el momento.
Los riesgos no han desaparecido. La actuación del Imán Abdelbaqui Es Satti en una localidad de no más 10.000 habitantes adoctrinando a un grupo de no menos de dos docenas de personas y que habían pasado inadvertidas para los servicios de inteligencia, exige más explicaciones de pasaportadas si se quiere recuperar la confianza en los servicios de seguridad y devolver la tranquilidad a la ciudadanía.
Todo lo descrito provoca incertidumbre y temor. Los muchos errores cometidos muestran que puede haber existido también negligencia. Y se debe explicar a la ciudadanía lo que se va a hacer a partir de ahora para que esto no vuelva a suceder. Si los errores se deben a las diferencias entre la administración central y la Generalitat, no es descartable que los mismos vuelvan a producirse ante el objetivo de llevar adelante la celebración del referendo de independencia el 1 de octubre.
La oposición está en su obligación. Quiere que los ministros de Fomento expliquen el conflicto de los trabajadores de El Prat, que Montero garantice que no va a imponer condiciones en el dinero del FLA para que no se destine al 1-0, que Dastis explique porqué se dejó invitar por el embajador en Ecuador, o que Nadal justifique el espectacular incremento de la energía en España.
Pero ante una situación que evidencia tantas cuestiones sin explicar como hemos recogido, quien debe comparecer sin limite de tiempo para las intervenciones es el titular de Interior. Los riesgos del terrorismo internacional son una de las cuestiones de mayor gravedad que afronta nuestra sociedad. Los responsables políticos deben explicar qué están haciendo para afrontar estos riesgos evidentes y a eliminarlos.