La explosión en Alcanar, último enclave tarraconense lindante con Castellón, fue demasiado estrepitosa. Una advertencia descomunal. Ningún bolardo o parapeto disuasorio en La Rambla; ninguna advertencia sobre un Imán con conexiones en las poblaciones muy radicalizadas de Bruselas y alrededores.
Probablemente son cosas que pasan o le pasan a un cuerpo de seguridad distraído por las exigencias de una doble fidelidad. Una fidelidad que, según el Confidencial Digital, niega al Tedax de la Guardia Civil explorar el origen de la explosión.
Éstas, en suma, han sido las reflexiones de unos jubilados sentados a la sombra de un banco en El Retiro próximo a los cipreses que recuerdan el atentado de Atocha. Entonces el gobierno de Aznar equivocó su juicio. No fue ETA. Ahora parece que la lección está aprendida. El gobierno y la Generalitat así como sus cuerpos de policía están colaborando. Un buen ejemplo para ensanchar el diálogo en todos los campos….y hay muchos.
Lorca había escrito, lo recuerda en su carta el director de la Vanguardia, que La Rambla era “la calle más alegre del mundo”. Calle que fue torrentera, rambla convertida en bulevar durante los años de Ilustración que trajo la monarquía borbónica en el siglo XXIII (La Vanguardia).
La alegría que vio Lorca en aquella Rambla se ha convertido en llanto y también en preocupación a consecuencia “tanto del quietismo del Gobierno Central, como de la actitud de un Govern que con apoyos insuficientes y postergando su obligación de servir por igual a todos los catalanes, ha tomado parte y rebasa los límites del orden legal” (La Vanguardia 19-08- 2017.Editorial).
La gran lección que se desprende de lo sucedido es que las Administraciones, la del Estado y la de la Generalitat, lejos de radicalismos, populismos y centralismos, saben actuar con honestidad y transparencia, cuando se ponen a ello.
Celebramos este 2017 los aniversarios de la Revolución Rusa y la Partición de la India, pero también el 11 de septiembre será otra efeméride del ataque a las Torres Gemelas. La pasada semana quien fuera jefe del servicio secreto de Reino Unido, Jonathan Evans, decía que el terrorismo islamista será difícil de erradicar antes de que hayan transcurrido 20 años. Un virus que exige la colaboración de todos, por encima de todo.