Para quienes deseen saber más, y no sólo de negocios, recomiendo Mabuhay, bienvenido a Filipinas. (Ediciones Península) que es la expresión con que los filipinos reciben a quienes, como Ramon Vilaró –columnista de este diario–vienen de lejos. Pocos conocen mejor que este escritor y periodista el nuevo destino moda del sudeste asiático, de cuyas sacudidas políticas ha sido a menudo testigo directo. Sobre todo de las más recordadas, como el final de la dictadura de Ferdinand Marcos y las revueltas que llevaron al poder a Cory Aquino.
Pese a ello este no es solo un recorrido por la historia reciente de Filipinas. Profundo conocedor del país, Vilaró suele buscar en sus viajes las huellas aún vivas de más de tres siglos de colonización española. En Baler resistieron los últimos de Filipinas y en el valle de Cagayán aún recuerdan las visitas de Jaime Gil de Biedma, empleado de la Compañía General de Tabacos de Filipinas. Perviven los apellidos españoles —impuestos a la población cuando se realizo el primer censo a mitad del siglo XIX— y, en Zamboanga del Sur, incluso algunos vestigios del idioma chabacano, cuyos setenta por ciento es español antiguo, sin verbos conjugados, mezclado con la lengua local zamboangueña. Quedan también algunas sagas familiares de origen español muy importantes en algunos sectores económicos, en competencia con los clanes familiares de origen chino-filipino.
Mansiones señoriales, ingenios azucareros, pequeños poblados en playas paradisíacas, iglesias siempre llenas, un vibrante patrimonio gastronómico y cultural… Mabuhay es sobre todo una invitación a emprender, felices, un viaje a un país tan próximo como lejano, tan desconocido como familiar, intensamente vivo, al que su atractivo turístico y la presidencia del polémico Rodrigo Duterte han vuelto a poner en el primer plano de la actualidad.
Un libro recomendable sobre un país digno de ser visitado y con una dinámica económica de las más pujantes del sureste asiático donde, además, hay una incipiente clase media profesional perfectamente bilingües en inglés y tagalo, lo que facilita la comunicación al visitante, sea turista o inversor.