O porque no es Benjamin Netanyahu ni va por el mundo con ese aire de perdonavidas que se ha hecho tan insufrible pese a los problemas de su país con la paz y de él mismo con la Justicia por mordidas y esas cosas
Los tres aparecen este jueves en primera plana los periódicos de sus respectivo países y en la prensa internacional por sus sonoras explosiones de ira en las últimas horas. El presidente de EEUU arremete en una entrevista en The New York Times nada menos que con su amigo Jeff Sessions, a quien encumbró a Fiscal General o ministro de Justicia de su gabinete. ¿Su pecad? Haberse inhibido desde el primer momento de cualquier intervención sobre la llamada ‘trama rusa’.
Sessions se reunió el año pasado un par de veces con el ya famoso embajador ruso Serguéi Kisliak y en cuento se hizo público tomó la decisión pertinente para todo el mundo…, menos para Trump, que nunca aceptará un error. Por eso brama: tenía que habérselo dicho antes del nombramiento, porque así habría escogido a otro. Y ya puesto, Trump se ceba también con el fiscal especial que investiga la conexión rusa, Robert Mueller.
Parte de esa trama rusa también aparece de nuevo en primera del NYT. Pero no tanto prn la ayuda del Kremlin para llegar a la Casa Blanca como por los muchos millones que ha invertido o arriesgado en los últimos 20 años el Deutsche Bank en préstamos, créditos o avales a los negocios de Trump. Hasta 4.000 millones, según parece. La entidad alemana ya está siendo investigada por el regulador norteamericano y va a tener que aportar al Senado documentación sobre la gestión patrimonial de Trump.
Theresa May no es tan prepotente. Era. Hasta que se estrelló en las elecciones y tuvo que aferrarse a unos votos de Irlanda del Norte para permanecer como primera ministra británica. Todos los días hay versiones, rumores o filtraciones sobre una nueva conspiración para desalojarla. Y todos los días sus ministros se pelean en público unos con otros. Con flema británica, se entiende. Sin insultos, pero tirando con bala a los micrófonos.
En una entrevista radiofónica, May volvió el miércoles a llamar la atención de los miembros de su equipo. Ningún ministro es indispensable ni ‘libre de destitución’. Lo ha dicho varias veces, pero no se atreve por miedo a desatar un ciclón que se la lleve. Esa emisora no era la BBC, pero la célebre cadena nacional aparece este jueves en todas las portadas de la prensa británica en medio de un escándalo por la escala salarial de sus profesionales. Casi cien personas ganan más, mucho más, que la primera ministra. Y de ellos, los hombres también se llevan el gato al agua, mientras las mujeres van muy atrás.
Los salarios de los 96 privilegiados van desde 150.000 libras al año por abajo hasta 2,2 millones por arriba. Pero la brecha por sexos es enorme: sólo 34 mujeres entre los 96, una relación de una a dos, y sólo dos en el Top Ten. Los titulares no engañan: Daily Express: ‘Guerra de estrellas por los sueldos de la BBC’; Daily Mail: ‘Motín y agrias recriminaciones en la políticamente correcta BBC por la enorme brecha salarial entre mujeres y hombres’; The Times: ‘BBC se enfrenta a una revuelta por las diferencias salariales’; The Daily Telegraph: ‘A las estrella masculinas de la BBC les espera un recorte salarial’; Financial Times: ‘Theresa May critica a la BBC tras revelarse la lista de las estrellas y sus salarios con un amplia brecha de género’.
Debe haber más igualdad salarial, dice May. No se sabe si también se refería a los suyo, pero se entendió.
Para no ser menos, el primer ministro de Israel también tronó. O ladró. O tal vez fuera sólo un susurro lo que se le escuchó a través de un micrófono indiscreto durante una minicumbre en Budapest con varios países del Este de Europa.
Lo que se le oyó: ‘La Unión Europea es la única asociación de países en el mundo que condiciona las relaciones con Israel, que produce tecnología en todos los cambios, por motivo políticos. Los únicos, nadie más. Es de locos, realmente de locos. Creo que Europa tiene que decidir si quiere vivir prosperar o si quiere marchitarse y desaparecer’.O sea, que en medio de los murmullos contra Europa Netanyahu intercaló la amenaza. Una amenaza etérea, pero desde luego nada amistosa y sí muy frustrada y frustrante.
Mientras ocurren todas estas broncas, se están realizando y consumando otras que ya configuran una tendencia: Frankfurt está ganando poco a poco la carrera para suplantar a la City de Londres como corazón financiero de la UE tras el Brexit. De uno en uno, varios bancos han anunciado que mueven las sillas. Como cuenta Patricia Kowsmann en The Wall Street Journal este jueves, ‘el corazón financiero de Alemania se ha puesto en cabeza para atraer empresas con antelación a la salida de Gran Bretaña de la UE’.
¿Por qué? ‘Su principal activo es la estabilidad’, dice. Y razona los méritos: ‘Se prefiere a Alemania por su fuerza laboral bien educada que habla inglés, sus precios razonables y el ambiente político y económico estable’. Ayer mismo, Morgan Stanley anunció que instalará en la ciudad de las salchichas su Centro Comercial en la UE, con el traslado de 200 empleados. Otros cien se ubicarán en otras ciudades del continente, entre ellas París y Dublín.
La competencia está abierta. Dice Kowsmann: ‘Francia ha prometido cambios en los costes laborales e Italia está revisando su régimen fiscal para que sea menos oneroso para banqueros y otros profesiones. El regulador de los mercados de España está tratando de hacer un Madrid más internacional con la contratación de angloparlantes nativos para corregir y editar todas las comunicaciones que el organismo realiza’.
Dos días antes fue Citigroup el que dejó caer a través de una filtración a Bloomberg que había elegido Frankfurt como nuevo centro financiero en la UE, aunque sin abandonar su sede central europea en la City londinense. También anunció el traslado de empleados a algunas otras ciudades. La modalidad de repartir operaciones en varios países y ciudades, incluyendo a Madrid, la están también siguiendo otras entidad.
Entidades japonesas como Nomura y Sumitomo, y otros, han tomado medidas para tener un sólido asentamiento en Frankfurt, que por algo es sede la Banco Central Europeo. Se estima que hasta 10.000 nuevos empleos financieros pueden crearse así en la ciudad alemana en los próximos meses, que se añadirán a los 75.000 del sector en total. De todas formas, ni los 155 bancos de todo el mundo con oficina en Frankfurt pueden todavía competir con el medio millón o así de empleados financieros en la City. Pero tal como están las cosas, y si no se arregla el actual caos en el Gobierno británico, todo se andará.