Monitor diario

El precio del metal ama­rillo se ha re­va­lo­ri­zado un 35 % este año

Cuando invertir en oro puede no ser una buena opción

La pro­li­fe­ra­ción de chi­rin­guitos y la di­ver­sidad de ac­tivos mul­ti­plican el riesgo

CNMV
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La in­ver­sión en oro está re­sul­tado ser una de las más ren­ta­bles du­rante este ejer­ci­cio. Mantiene un ren­di­miento anual en torno al 35 % des­pués de si­tuarse su precio en el mes de no­viembre en 1.290,30 dó­lares la onza. Lejos to­davía de sus ni­veles má­ximos de 2013, cuando al­canzó los 1.668 dó­la­res, su com­por­ta­miento en los mer­cados fi­nan­cieros está siendo mucho más fa­vo­rable que los ín­dices bur­sá­tiles más re­le­van­tes. Pero, ¿es oro todo lo que re­luce? Hay di­ver­sidad de opi­nio­nes.

De entrada, los datos parecen irrefutables: tanto el Ibex 35 (+ 7 %) en España, como el Dow Jones (+ 18 %), en Estados Unidos, la revalorización de las inversiones no han llegado ni a la mitad de la que ha generado el metal amarillo en el periodo. Un dato significativo a tener en cuenta.

Tradicionalmente, el oro siempre ha actuado como valor refugio en los escenarios menos favorables para la renta variable. En un año como el actual, en el que ha habido diferentes factores que han presionado a la baja a las bolsas internacionales, la costumbre se ha cumplido. Por muchas razones.

Los procesos electorales en Francia, Alemania, Holanda o Austria, la forma de gestionar el Brexit por parte de las autoridades británicas o los crecientes temores a una subida en los tipos de interés a uno u otro lado del Atlántico, pueden haber sido factores decisivos. Hasta el punto que buena parte de los inversores se han decantado por entrar en el mercado de metales preciosos y muy concretamente en el oro como alternativa para rentabilizar su patrimonio y evitar riesgos políticos.

Inversión en oro físico

Pero no todo está tan meridianamente claro. De hecho, los problemas surgen con la complejidad de la inversión. Por ejemplo, uno de los principales inconvenientes con los que se encuentran los inversores es distinguir lo que es el tipo de inversión, si se trata de oro real o es meramente virtual. Es decir, un activo financiero vinculado a la evolución del metal.

Lo característico del primero es que se materializa a través de la compra física del oro, tan tangible que está representado fundamentalmente por los lingotes y monedas de oro.

Éste se trata de un mercado muy restringido que está vinculado a los precios que cotiza el metal en los mercados internacionales. Debido a lo costoso que es el proceso de su extracción es muy difícil que pierda su valor a diferencia del denominado oro virtual o papel que carece en todo momento de esta condición.

Sus transacciones se han visto favorecidas por los datos del informe “Gold Demand Trends”, impulsado desde el Consejo Mundial del Oro, en el que se constata el crecimiento de las operaciones realizadas durante el segundo trimestre de 2017. Dicho estudio pone de manifiesto que la demanda mundial de lingotes y monedas de inversión se ha incrementado en un 13% con respecto al anterior trimestre.

Otro de los datos de interés que pueden volver las miradas de los inversores hacia este activo financiero es el hecho de que hasta trece bancos centrales han incrementado sus posiciones en este activo financiero desde el verano. Incluso los analistas de Citibank han llegado a la conclusión de que seguirá subiendo como consecuencia de los riesgos geopolíticos a nivel internacional.

Lingotes

La inversión en lingotes de oro es la predilecta por parte de instituciones, gobiernos y grandes inversores. Una razón que respalda esta actuación se sustenta en que son operaciones realizadas sobre dinero real y ofrece pocos riesgos al tratarse de un valor intrínseco.

No obstante, no es una inversión exclusiva de estos agentes, sino que los pequeños y medianos inversores pueden ejecutar sus compras a través de adquisiciones más sencillas y que están abiertas a todas las economías domésticas. No en vano, presenta una oferta tan flexible como que es posible adquirir tan solo un lingote de 100 gramos por 3.600 euros. Y así hasta seleccionar el tipo de producto o peso que desea adquirir el ahorrador.

Algo muy parecido pasa con las monedas de oro ya que siguen el mismo proceso de comercialización. En este caso puede elegirse el formato: Eagle, Mapple Leaf, Krügerrand o incluso como piezas de alguna conmemoración de especial relevancia.

En cualquier caso, hay un elemento diferenciador con respecto a los lingotes y es su valor sentimental o como parte de una afición tan especial como es la numismática. Donde habitualmente se hacen las compras pensando en el largo plazo o para incrementar el patrimonio personal o familiar. Nunca como una operación especulativa. Esto es debido a que el poder adquisitivo del metal amarillo se mantiene estable a lo largo del tiempo y se constituye en una potente herramienta contra la inflación.

Oro papel o virtual

La otra gran opción para invertir en este metal precioso se formaliza a través de esta variante que es la más parecida a la inversión tradicional que se formaliza en los mercados financieros. Con más riesgo que el oro físico porque está supeditada a las operaciones de derivados y otros activos que, sin conocimiento del que los que los suscriben, puede culminar en una estafa en toda regla.

A través de modelos tan amplios y sofisticados como futuros, certificados y fondos cotizados, su principal aportación reside en el hecho que no es necesario guardar el oro físicamente. Por el contrario, se tienen garantizado unos derechos sobre sus posiciones pero se queda expuesto a los precios que marcan los mercados financieros, que pueden generar plusvalías o minusvalías a los titulares de estas operaciones.

Sin garantizarse en ningún momento una rentabilidad fija, con una volatilidad muy acusada que puede superar en algunas sesiones el 5 % entre su valor máximo y mínimo.

Pero con alguna que otra diferencia entre los diferentes productos que pueden elegirse para su inversión. Porque mientras que en los certificados de depósitos es el propio inversor quien compra una propiedad que ha pagado previamente, en los futuros de oro estará pendiente de su vencimiento para obtener un beneficio. Los ETFs, por el contrario, se constituyen en una mezcla entre los fondos de inversión y la compra venta de acciones en la bolsa.

Invertir en compañías

Tampoco la bolsa es insensible a este activo financiero y pueden abrirse posiciones en compañías mineras que están vinculadas con el proceso de extracción. Con una mecánica completamente igual a la que presentan otras empresas cotizadas. Aunque para ello no habrá más remedio que dirigirse a las plazas internacionales en donde cotizan, en Estados Unidos y Gran Bretaña, principalmente.

Otra de las alternativas está representada por los fondos de inversión y cuya principal aportación se basa en que la exposición directa a la bolsa no es tan directa. Sino que es una inversión que puede diversificarse junto a otros activos financieros. Provenientes tanto de la renta variable como de la fija, en función de las carteras elaboradas por las gestoras.

Sociedades tapaderas en su comercialización

No obstante, uno de los problemas que plantea esta inversión, en especial cuando hablamos de oro físico, es su comercialización. Sus transacciones deben realizarse, para dotarse con mayor seguridad, a través de instituciones oficiales o empresas legalmente reconocidas y garantizadas. Se corre el riesgo de ponerse en manos de plataformas financieras en donde ni tan siquiera está presente este metal precioso. Hasta el punto de que los usuarios podrían ser víctimas de una estafa financiera.

Este es un problema que se agudiza en el momento en que algunas de las empresas de inversión en oro ofrecen a sus clientes una rentabilidad fija muy llamativa que oscila entre el 5 % y 10 %. Para evitar estos escenarios, es necesario advertir que el oro no es ningún producto financiero y por tanto no puede generar ningún rendimiento.

Tan solo es posible en inversiones en derivados y este hecho implica que tendría un tratamiento de producto financiero. En cuyo caso, requeriría para su comercialización de una autorización expresa por parte de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

Algunas de estas empresas son consideradas chiringuitos por la CNMV, que es el término que se refiere a las sociedades que proporcionan servicios de inversión sin estar autorizados. Con estrategias comerciales tan agresivas como ofrecer elevadas rentabilidades por estos productos tan especiales. Para que esto no ocurra, bastará con una actuación tan sencilla como informarse si están reconocidas por parte de la CNMV y en último caso por medio de una reclamación ante la oficina del órgano regulador.

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