DESDE EL PARQUET

Oryzon, principio de la dinámica

Los más ve­te­ranos en los pa­tios de ope­ra­ciones re­cuerdan que vivir a golpe de im­pulsos no es nada bueno ni en la vida ni en los mer­ca­dos.

Los momentos de euforia se suelen traducir luego en duros castigos si no se cumplen las expectativas. Y es precisamente este tercer principio de la dinámica de acción reacción el que viene sufriendo Oryzon.

La cotización de la biofarmacéutica, especializada en el desarrollo de terapias basadas en epigenética, ha estado marcada por los impulsos desde su salida a Bolsa a finales de 2015. De hecho, en su debut, la compañía experimentó un alza de más del 35%.

Pero aún más. Tan solo en sus dos años en Bolsa, la cotización de Oryzon ha registrado al menos siete episodios en los que ha llegado a subir un 12% o más en una única sesión.

El último movimiento de esta intensidad ha sido en estos últimos días al registrar subidas superior al 70% en apenas dos jornadas. Una volatilidad que hace las delicias de los inversores más especulativos, pero que acaba alejando a la inversión más prudente.

Antes de este espectacular movimiento, la subida más espectacular fue registrada el 16 de noviembre de 2016 cuando se anotó un avance del 44% en una sola sesión como respuesta a los avances clínicos de su molécula ORY-1001 para el tratamiento de la leucemia presentados a la Sociedad Americana de Hematología unos días antes.

Ese día alcanzaba los 4,20 euros por acción y asentaba las bases para los máximos sobre los 5 euros unos pocos días después. Casi un año más tarde y tras notables altibajos, los títulos de la compañía marcaban mínimos absolutos por debajo de los 2 euros.

Desde este nivel ha rebotado ahora por encima de los 3 euros por título gracias de nuevo a dos grandes impulsos. Uno a finales de octubre con un alza del 26,5% tras recibir la aprobación de la Agencia Española del Medicamento para comenzar un nuevo ensayo clínico de la molécula ORY-2001 para la esclerosis múltiple.

El segundo y el más importante de todos, el registrado esta semana a raíz de una recomendación de la firma de inversión Solventis que sitúa el precio objetivo en 7,6 euros por acción.

Pero hasta ahora, recuerdan los operadores, todos estos aguijonazos alcistas han sido seguidos por intensas correcciones. De hecho, el valor contabiliza aún unas pérdidas en Bolsa de más del 25% desde el inicio del ejercicio, marcadas sobre todo por la decisión de Roche de bajarse del carro en el desarrollo del ORY-1001 a finales de julio.

Una volatilidad exagerada incluso para una compañía de futuro con alta dependencia de su I+D+i. Al respecto, recuerdan la especificidad del modelo de negocio de la biotecnología; cuyas pérdidas hasta los 3,9 millones de euros de enero a septiembre se justifican por la fase de desarrollo en la que se encuentra la sociedad, con un período de maduración de sus productos a largo plazo y sin recurrencias desde la perspectiva de los ingresos.

Sea como fuere, el peso histórico del valor es enorme y, aunque en algún momento se debe romper esta dinámica bajista, los expertos técnicos temen que el último impulso acabe traduciéndose otra vez en nuevos mínimos a la vuelta de unas semanas.

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