ANÁLISIS

Fernández Ordóñez, que no supo evitar la crisis bancaria, aconseja rediseñar el sector

Acusa al PP de dañar la eco­nomía por cri­ticar a Zapatero y de­nuncia pre­siones del pre­si­dente va­len­ciano para no in­ter­venir la CAM

Miguel Ángel Fernandez Ordoñez
Miguel Ángel Fernandez Ordoñez

Ha sido una com­pa­re­cencia su­rrea­lista sin des­per­di­cio. Miguel Ángel Fernández Ordóñez, go­ber­nador del Banco de España entre los años de la ge­ne­ra­ción y du­reza de la crisis (2006 a 2012), ha­blaba ante el Congreso como si aquí no hu­biera pa­sado nada. Tras ad­mitir en tér­minos ge­ne­rales que todos co­me­tieron erro­res, que “se hi­cieron mal mu­chas cosas y no se vieron mu­chas cosas que ahora vemos to­dos", ha car­gado in­me­dia­ta­mente contra el Partido Popular.

Ante la comisión de investigación de la crisis financiera y el programa de asistencia a la banca, MAFO ha responsabilizado a Mariano Rajoy de dañar la economía española por criticar al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero durante la crisis, añadiendo que “eso sí que hace daño, porque cuando alguien dice que están muy mal las cosas porque han venido los anteriores y hay que cambiarlo, estamos introduciendo desconfianza en la economía”.

Ordóñez parece querer acabar con el papel de la oposición. ¿No se puede criticar la actuación de un Gobierno cuando lo está haciendo tan rematadamente mal que como consecuencia ha conseguido que desaparezca la mitad del sistema financiero español, haya 100.000 puestos de trabajo menos y se hayan cerrado más de 17.000 sucursales?

Ha asegurado que nunca recibió presiones políticas de José Luis Rodríguez Zapatero y de su Gobierno y que la única presión que recibió fue la del expresidente de la Comunidad Autónoma de Valencia, Francisco Camps, que no quería que se interviniera la CAM.

Pero ha ido más allá. Sin mencionar a ningún otro miembro del Partido Popular, aunque en la mente de todos estaba el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha llegado a acusarles de ser ellos lo que trasladaron la inquietud a los mercados en un momento en que existía un problema de confianza.

En el calentamiento de la comparecencia ha llegado incluso a calificar la actuación de criminal, aún admitiendo la posibilidad que desde la oposición estuvieran diciendo la verdad.

Diputados del Grupo Popular hablaban tras la comparecencia de Fernández Ordóñez de cinismo y de la necesidad de cambiar las normas que regulan las comparecencias en las comisiones de investigación para que obligue a los comparecientes a responder las preguntas que se plantean en las mismas.

Lo primero que consideran necesario es que el compareciente no falte al respeto parlamentario, como consideran que ha sucedido en esta ocasión cuando a la preguntas del portavoz popular en la Comisión, Ramón Aguirre, le ha pedido que se las pasara por escrito. Eso sí, para añadir a continuación que “no responderá a las preguntas de Bankia por ser preguntas excesivamente precisas”.

Por supuesto, junto a las críticas realizadas a la actuación de los populares, ha puesto de modelo la discreción inicial con la que de actuó el Gobierno socialista durante los años de su mandato como Gobernador. Para Ordóñez las reformas permitieron que “desde el inicio de la crisis del euro hasta finales del 2011, los indicadores económicos se mantuvieran en niveles alejados de la amenaza del rescate”.

Tras alabar la actuación de los gobiernos socialistas durante la crisis ha desvelado que se dio de baja del PSOE durante los años de su mandato. Pero esto no arregla los problemas de la crisis.

Ordóñez no solo ha evitado reconocer que fue un fracaso lo que se estuvo haciendo, y sobre todo lo que no se hizo en los años previos del estallido de la crisis. Además considera que los sistemas de unión de entidades con problemas a través de las SIP, denostados por la generalidad de los expertos que ya han acudido al Congreso de los Diputados, fueron un éxito.

Con todo este desastre a cuestas, del que Fernández Ordóñez quiere alejarse como gato escaldado, todavía se atreve a proponer medidas para el futuro del sector financiero. Lo primero capitalizar más las entidades, lo que no está mal siempre que se logren beneficios suficientes para remunerar el capital. Pero la idea más original ha sido la de alejar a las entidades financieras de la gestión de los depósitos.

Según el exgobernador, el actual sistema tendría que dar lugar a otro nuevo en el que los depósitos pasaran a estar en manos del Banco Central, con carácter de banco público, y no depender de que la banca gane dinero para garantizar la estabilidad del sistema. A la Comisión de investigación de la crisis ya no le hacen falta más comparecencias.

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