La biofarmacéutica se convierte así en la primera empresa catalana en salir de Cataluña tras los acontecimientos del primero de octubre y la segunda por detrás de Naturhouse desde que comenzara el movimiento independentista.
La firma, no obstante, ha querido desvincular este traslado del “procés” y lo achaca a la necesidad de optimizar sus operaciones y la relación con los inversores. Sin embargo, en el mercado se da por hecho que es una medida de precaución ante las incertidumbres que se abren en actualidad en la región.
Sea como fuere, los bolsistas han reaccionado con intensas compras que han venido a frenar el durísimo castigo que venía sufriendo el valor desde finales de 2016 y que se vio acentuado con la reciente decisión de Roche de sacar de cartera uno de los productos estrellas de Oryzon.
Aunque su traslado a Madrid no supondrá cambios en su actividad de investigación, el objetivo de la compañía es reactivar a la mayor brevedad posible su relación con los inversores y su planificación estratégica para continuar el desarrollo clínico sin que se produzcan retrasos.
Es más, pese a la caída de más del 50% en el año del valor, los directivos del grupo se muestran convencidos de la solidez de la compañía asentada en el alto potencial las moléculas que tienen bajo investigación para el tratamiento de tumores y aseguran que esperan presentar buenas noticias a medio y largo plazo.
Gran parte de su confianza sigue depositada en el Ory-1001, pese a la finalización unilateral del acuerdo de licencia por parte de Roche por motivos de reestructuración interna de su cartera de productos. Al respecto y tras analizar la situación financiera, con unas pérdidas de 2,7 millones de euros al cierre del primer semestre, el auditor considera que la sociedad tiene capacidad para continuar el desarrollo de sus proyectos a la espera de obtener los logros necesarios para nuevos acuerdos de licencia.
Independientemente de las cuentas, lo que está contando en estos días en el mercado es la cuestión anímica. La decisión de trasladar su sede a Madrid ha supuesto un importante rebote de la cotización por encima del nivel de los 2 euros, que le insufla oxígeno justo después de tocar mínimos absolutos en 1,79 euros por acción. El efecto patrio, según los analistas, no será suficiente sin embargo para sostener la acción si la compañía no empieza pronto a dar buenas noticias financieras.