Ni las ventas a pér­didas de in­mue­bles ni los tras­pasos a la Sareb han pa­liado lo es­pe­rado

La banca aún soporta 69.000 millones de lastre inmobiliario

La acu­mu­la­ción de ac­tivos ha dis­pa­rado la mo­ro­sidad de la ma­yoría de las en­ti­dades

Deuda bancaria.
El mercado inmobiliario, fotú.

La re­cu­pe­ra­ción de los pre­cios de la vi­vienda tedndrá que es­pe­rar. A lo que de­cida la banca es­pañola, aún sufre una pe­sada di­ges­tión del atracón de la­drillo que ha ex­pe­ri­men­tado desde el es­ta­llido de la bur­buja in­mo­bi­lia­ria. Tan sólo los siete grandes ban­cos, que co­tizan en el Ibex, acu­mulan cerca de 69.000 mi­llones de euros en sus ba­lances por este mo­tivo, una cifra que se dis­pa­raría muy por en­cima de los 75.000 mi­llones de euros entre las en­ti­dades más sig­ni­fi­ca­ti­vas. Y se niegan a sda­carlos al mer­cado para no hundir más los pre­cios.

Ni las ventas a pérdidas de hace unos años ni el traspaso de algunas entidades de sus activos tóxicos a la Sareb han sido suficientes para borrar un lastre que pesa en resultados y en morosidad.

Los excesos cometidos por la mayoría de los bancos con el sector inmobiliario aún tardarán en depurarse. Prueba de ello es que, hasta el momento, los balances de las siete principales entidades acumulan unos 68.734 millones de euros por activos adjudicados, una cifra que se dispararía más allá de los 75.000 millones si se tiene en cuenta a los bancos más representativos.

Ibercaja, Unicaja y Liberbank suman 3.630 millones de euros en activos adjudicados, una cifra que se elevaría por encima de los 5.700 millones si no se tiene en cuenta el esquema de protección de activos (EPA) del que goza la última entidad por la integración de CCM, la primera caja de ahorros que quebró antes incluso del reconocimiento de la crisis económica.

La situación actual puede ser menos dramática que años atrás para la banca española, ya que se ha logrado reducir gran parte de los activos improductivos que tuvieron que asumir con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Eso sí, ni las ventas a pérdidas, casi a derribo, de algunos inmuebles ni los traspasos millonarios de las antiguas cajas a la Sareb o banco malo han logrado solventar en su totalidad el problema.

Entre los bancos del Ibex, Sabadell se sitúa a la cabeza por activos adjudicados, con 19.900 millones de euros, a pesar de haber reducido en un 14,2% dicho saldo respecto al primer semestre de 2015 y el incremento de ventas mediante Solvia, su filial inmobiliaria. La integración de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) pesa aún mucho en los balances del grupo presidido por José Oliu.

La actividad inmobiliaria del Santander soporta 16.000 millones de euros de activos, de los que 6.000 millones corresponden a Metrovacesa. Como adjudicados, el grupo calcula 3.800 millones de euros, el mismo nivel que tenían hace un año, a los que se suman 2.200 millones en créditos. La morosidad de todos esos activos se sitúa en el 82%, muy por encima del que tiene su unidad en España o el consolidado del grupo.

BBVA aún soporta unas pérdidas de 209 millones de euros en su actividad inmobiliaria. El grupo de Francisco González (FG) aún acumula 11.400 millones de euros en activos adjudicados, un 13,1% menos que hace un año, pero su morosidad ha repuntado hasta el 57,1%, cuando al cierre del primer trimestre era tan sólo del 50,5%.

Cambio forzoso El lastre del ladrillo en los balances de los bancos y en sus cuentas de resultados han forzado a cambios significativos a algunos bancos. El Popular es un claro ejemplo de ello, con la separación de su negocio principal y el inmobiliario que le provoca unas pérdidas de más de 480 millones de euros.

El grupo presidido por Ángel Ron todavía acumula más de 11.000 millones de activos adjudicados en su balance y la creación del área inmobiliaria no supone la creación de una banco malo, como precisó el director financiero del Popular, Francisco Sancha, durante la presentación de los resultados semestrales.

CaixaBank ha logrado reducir a poco más de 7.000 millones de euros los activos adjudicados durante el primer semestre del año. La entidad combina la venta de inmuebles con las destinadas al alquiler, aunque su morosidad también se resiente por el lastre del ladrillo.

La situación menos compleja es la que vive Bankinter, con tan sólo 554 millones de euros en activos adjudicados, casi la mitad de ellos por viviendas residenciales, mientras que el suelo tiene un peso del 27%. Su menor exposición al sector inmobiliario le ha permitido sortear mejor que a otros competidores el estallido de la burbuja.

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