Tiene bemoles esta visión egocéntrica en un país que ha tenido uno de los imperios más poderosos de la Historia, que ha conquistado tierras lejanas y que ha enviado durante siglos millones y millones de emigrantes a EEUU, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, el Caribe, etc. Allá ellos. Tendrán que vivir con su venenosa endogamia, que ya ha empezado a infectar a la propia sociedad británica, con riesgo de metástasis.
El Reino Unido está hecho unos zorros desde el triunfo del Brexit. Unos, en estado de shock y de incredulidad. Otros, en esa peligrosa euforia nacionalista, populista y xenófoba que da miedo y recuerda noches de cristales rotos y otros horrores. Los dirigentes se ven desbordados y dan tumbos, ya sean conservadores, laboristas o de extrema derecha. Escocia no quiere salir de la UE. Irlanda del Norte, tampoco. Y Londres, menos. Se ha impuesto en cuestión de días lo que algunos llaman ‘la política de la ira’.
El ex primer ministro Tony Blair acaba de llamar a la calma, pero lo ha hecho sin esconder la trascendencia del momento. En un artículo en The Daily Telegraph lo ha dicho muy claro: ‘Nuestra nación está en peligro; está en juego nuestro futuro como nación en el mundo y como Reino Unido en sí mismo’. Es difícil que salte por los aires el Reino Unido, pero los ánimos están muy encendidos.
Lo sintetiza la portada de The Economist en su número de este sábado: ‘Anarquía en el Reino Unido’. Con artículos tan expresivos como ‘Una nación fragmentada’. En The Times, el humorista gráfico Peter Brooks también satiriza como Herblock la situación: es una carátula de uno de las famosas novelas juveniles de Los Cinco, de Enid Blyton, en la que se están apuñalando y pateando mutuamente. Título del libro: ‘Los Cinco se echan mierda encima unos a otros’. Lo firma, en un guiño de admiración a la autora fallecida en 1968, a la que le pide perdón en el más allá por usar su nombre y obra, una tal ‘England Blighted’ (Inglaterra Apestada).
Y en Financial Times: uno de los muchos artículos con evocaciones de drama de Shakespeare que estos días inundan la prensa: ‘La intriga y la traición acechan en los pasillos del poder; ante los ojos del mundo, Westminster se convierte en una tragedia de venganzas’. Y para suavizar las heridas, un silogismo post-Brexit: ‘Si la UE es un barco que se hunde y el Reino Unido debe irse, entonces la mayor parte del Reino Unido es un barco que se hunde y Londres debería irse’.
Y en ello están otras capitales europeas. En ese clima tan edificante, otras ciudades y otros países se han lanzado como locos a una carrera no menos angelical para quedarse no con los despojos, sino con las joyas de la corona europea. Y se vigilan unos a otros, como subraya el titular de la crónica de Esteban Duarte en Bloomberg: ‘España competirá con Austria y con Alemania por ser sede de la EBA’, la Autoridad Bancaria Europea. Duarte ni menciona que la vicepresidenta también se refirió a que España opta igualmente a traerse de Londres la Agencia Europea del Medicamento.
Hay una nutrida afluencia de ciudades que están de compras en las rebajas de Londres para llevarse sedes de bancos, empresas y organismos. En conjunto significaría trasladar el centro financiero de la City al continente. Al menos hay nueve ciudades candidatas, o al menos es la lista que ha elaborado The New York Times en una serie de artículos y reportajes sobre cómo ‘los europeos compiten por el negocio de Londres’.
Como si hiciera falta, una precisión del NYT: ‘Comenzó sólo horas después del voto favorable a la salida de Gran Bretaña de la UE’. Fue así: Un parlamentario lituano escribió al CEO de HSBC tratando de seducir al banco’. Y en Fráncfort se creó un portal web para vender sus ventajas para invertir. Y más, y más.
Entre un buen plantel de periodistas del NYT que se han dedicado a recopilar datos, James B. Stewart ha entrevistado a altos ejecutivos bancarios establecidos en Londres. Todo ello porque ‘a menos que Gran Bretaña encuentre una vía para deshacer su decisión de abandonar la UE, los días de Londres como prominente capital financiera global están contados. El botín es un pastel muy, pero que muy dulce, ya que la City ‘está clasificada incluso por encima de Nueva York’ en el mundo financiero mundial.
De modo que si tuvieran que dejar Londres, ¿adónde preferirían irse? Stewart ha confeccionado la lista de ciudades favoritas por los gestores bancarios sobre la base de una serie de criterios: capacidad de manejarse en inglés en esas ciudades; normas regulatorias favorables, especialmente sobre empleo; infraestructura de transportes y comunicaciones; disponibilidad de oficinas en sitios fetén y viviendas de lujo; colegios de calidad para los niños; buenos restaurantes y actividades culturales.
El resultado es el siguiente: nueve ciudades resultaron escogidas por los ejecutivos. Buena noticia: Barcelona es una de ellas. Mala noticia, de momento: es la novena, la que obtuvo menos puntuación, lastrada especialmente por lo del inglés. Aunque eso sí, obtuvo matrícula de honor en cuanto a restaurantes, cafés, vida nocturna y atractivo de las playas mediterráneas.
Comentario de un ‘experto en centros financieros: ‘Barcelona es genial para unas vacaciones, pero no un lugar para hacer negocios’. Se ve que ese señor sabe poco de Barcelona. Debería ir más, y no sólo de vacaciones.
La triunfadora de la encuesta periodística ha resultado ser Ámsterdam, por delante de Fráncfort y Viena. Siguen Dublín, París, Luxemburgo, Varsovia y Milán. Pero la carrera no ha hecho nada más que empezar. Si es que al final hay Brexit, y a ver qué alcance tiene.