El catálogo nació en el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, como una de las iniciativas para la regularización de trabajadores inmigrantes y durante varios años era una colección de profesiones por provincias que ocupaba páginas y páginas del Boletín Oficial del Estado.
Y no sólo figuraban oficios “pintorescos” como los descritos, sino también profesiones más tradicionales, como las de auxiliar de enfermería, terapeuta ocupacional, ingeniero en metalurgia, enfermero o agente tributario. La crisis ha pulverizado literalmente el catálogo, que subsiste gracias a dos acuerdos. Uno, el que establece las ocupaciones aprobadas por acuerdo con la Secretaría de Estado para el Deporte, que aparecen en todas las provincias e islas y que son las de deportista profesional y la de entrenador deportivo.
Un segundo acuerdo supone la inclusión de una nutrida batería de oficios gracias a un compromiso de los sindicatos apoyado por la Dirección de la Marina Mercante. En este caso se encuentran desde frigoristas navales, jefes de máquinas de buque mercante, maquinistas navales, mecánicos de litoral, pilotos de buques mercantes radioelectrónicos de la marina mercante hasta cocineros de barco, pasando por mayordomos de buque, caldereteros o engrasadores de máquinas de barcos.
La identificación de estas ocupaciones de difícil cobertura se basan ”en unos indicadores que se elaboran teniendo en cuenta datos como la media de demandas, los puestos ofertados, contratos, colocaciones, trabajadores que entran, trabajadores que salen, y trabajadores que permanecen”.
El catálogo ha perdido una serie de profesiones que ya no requerirán de la búsqueda de profesionales en el extranjero. Oficios como el de buzo-soldador-oxicortador, o el de operador de torno con control numérico o el de empalmador de cables eléctricos aéreos y subterráneos.