Este proyecto, con el que el grupo se prepara para afrontar el incremento que estima que registrará la demanda de las producciones de su división Bioscience durante los próximos 12 ó 14 años, se centra, fundamentalmente, en las plantas de Clayton (Carolina del Norte), donde se concentra casi el 60% de las inversiones (210 millones de dólares), así como en la factoría irlandesa de albúmina, ubicada en Dublín, que acaparará un 23,6% del plan (85 millones) y la planta de Parets del Vallès (Barcelona), que será la destinaria del restante 18,05% (65 millones).
La división Bioscience es la que genera mayores ingresos del grupo, en 2015 aportó 3.033 millones de euros, el 77,1% de los ingresos totales: 3.935 millones de euros, que en dicho ejercicio registraron un crecimiento interanual del 17%.
La evolución de las acciones del grupo en los últimos días discurre un tanto plana, pues fluctúa en el entorno de 20 euros, ya que, pese a que sus ingresos y el Ebitda de 2015 superaron las previsiones, algunos inversores calificaron los resultados de débiles, tras comprobar que el margen del Ebitda (29,5%) era inferior al del año anterior (31,2%).
Con todo, en la recta final de la sesión de ayer -10 de marzo- el valor perdió gas, como el grueso de los valores del mercado, tras imponerse las ventas al extenderse la impresión de que el BCE adoptaba medidas más agresivas de las previstas, a la vista de que la economía evoluciona peor de lo estimado.
Así, después de haber llegado a revalorizarse casi un 2% en dicha jornada, cerró en 19,76 euros, con un retroceso del 1,54% y del 7,27% en el año. En cualquier caso, desde el mínimo que estableció en febrero, hace ya un mes, su cotización acumula una subida del 10,7%.