El pasado jueves y como sucede todos los años, la también secretaria general del PP, acudió a la copa navideña que celebra la televisión de Castilla la Mancha (telecospe como dicen algunos pérfidos) para poder departir en un ambiente amable y restringido con las y los caras más conocidas de la televisión que conforman esa población calificada como tertulianos.
Allí estaban gente de toda orientación con nombres como Carmelo Encinas, Alfonso Rojo, Antonio Pérez Henares, Esther Esteban, Karmentxu Marín, Raimundo Castro y un largo etcétera que no les voy a relatar para no aburrirles.
Todos estos nombres acuden a la televisión autonómica manchega a las tertulias que allí se celebran para compensar, dicen los informados, el enorme poder que acumula Soraya Sáenz de Santamaría en TVE y las teles nacionales.
No da nunca titulares pero es una forma de que ambas partes se conozcan y qué mejor forma de hacerlo que con un buen queso y una botellita de vino de la tierra. Cospedal es una mujer cercana, atractiva, más lanzada que Rajoy y que no tiene ningún miedo a enfrentarse a los periodistas cara a cara como hace casi todos los lunes.
Curioso era ver como todos los asistentes pugnaban por su atención formulándole cuestiones cómodos e incómodos como impone el oficio.
Entre las perlas que dejó en esta charla les narro algunas que hasta Gordon Gekko han llegado; le gustaría celebrar las elecciones generales más en diciembre que en enero, fecha tope para su convocatoria, pues los votantes del PP en cuanto hay una fiesta se piran y puede penalizar su voto.
Pedro Sánchez tiene a los barones socialistas en contra y eso le hace ser un interlocutor difícil para cualquier tipo de pacto y es evidente que Susana Díaz le apoya de aquella forma.
Lo difícil es ganar elecciones y por ello hay que extremar la precaución a la hora de nombrar candidatos especialmente en los dos bastiones populares; Madrid y Valencia y por último, o gana el PP o España se va al carajo.
Tras el besamanos, María Dolores Cospedal, en su tierra le quitan el de pues parece más pijo, se marchó a otro acto y los tertulianos corrieron raudos y veloces, por coche, tren y autobús a ocupar su puesto en las sendas tertulias que esa misma noche se celebraban en radios y televisiones de todo origen y condición.