La prensa diaria está plagada de noticias relacionadas con don Guzmán de Alfarache, el Lazarillo de Tormes, don Marcos de Obregón, el Buscón don Pablos, Rinconete y Cortadillo, la Pícara Justina o incluso la Lozana Andaluza, que, aunque no era propiamente una novela picaresca típica, se le asimilaba mucho, solo que en vez de desarrollarse en Madrid o Andalucía, tenía lugar en Roma pero con estilo netamente español.
Al contrario de los que sucedía en los protagonistas picarescos de hace siglos, ahora mismo han cambiado los conceptos, porque el pícaro actual, en general, no procede de padres sin honor, marginales o delincuentes, aunque los sigue habiendo. Ahora los pícaros laboran desde sus despachos y sus cargos oficiales. En el fondo siguen lo mismo que en el Siglo de Oro: pícaros, mentirosos, ruines, faltos de honor y vergüenza, astutos, taimados, buscones. Y muchas veces, tontos, ilusos e incluso meapilas.
Sería interesante un estudio en el que todos los pícaros famosos del XVI y XVII fueran cotejados científicamente con ladrones de nuestro tiempo, pero estas líneas no nos dan para tantas averiguaciones. Sin embargo, ¿quién no encuentra estilos similares entre la Lozana Andaluza o la Pícara Justina con la exministra y exconsejera andaluza Magdalena Álvarez? ¿No son bastante parecidos los sindicalistas o políticos hacedores de los escándalos de los ERE con los cervantinos Rinconete y Cortadillo? En fin, a ver si algún filólogo se anima a realizar el estudio completo.
Lo que pasa es que ahora los pícaros no se andan con tonterías, ahora tienen cuentas ocultas en paraísos fiscales. Y tienen el morro indecente, como Bárcenas, de llevar a los tribunales al PP por despido improcedente. Parece que él y su abogado Gómez de Liaño han perdido la Rosa de los Vientos. Acaso es que siguen la vieja escuela publicitaria del “ladran, luego cabalgamos”.
Lo que parece evidente es que el Gobierno ha sido excesivamente complaciente con los pícaros corruptos, con lo cual, el número de estos seguirá avanzando victoriosamente por los despachos riéndose del Gobierno y del pueblo español.
No se han detectado detalles en el Ejecutivo en los que muestre su firme decisión de acabar con el nepotismo, el chalaneo, el amiguismo y esa especie de mafiosa camaradería entre los despojan nuestras arcas. Pues bien, seguramente el PP vuelve a ganar en las próximas elecciones. Pero es seguro también que la chapuza la pagarán cara.
En cuanto a la oposición, están surgiendo nuevas caras y nuevas ilusorias soluciones para amainar el desastre que llevan encima desde hace años. Va a ser muy difícil que entusiasmen a sus propios votantes y encuentren fórmulas para volverlos a engañar con palabras más o menos floreadas. Cuando se habla de regeneración no solo nos referimos al partido en el poder. También nos estamos refiriendo a los que braman con ardor para que este país cambie de una vez.