Hay una tercera idea, la conclusión final, que alude por analogía a la España que sufre y la que bosteza, a las dos Españas que han de helarte el corazón: ‘Es un choque de visiones que probablemente se va a intensificar más en los meses que quedan hasta las elecciones generales el año que viene. Cuatro décadas después de una transición a la democracia aparentemente tranquila, el riesgo de ruptura política está creciendo’.
Estas frases entrecomilladas recogen los dos párrafos finales de un artículo este martes en Financial Times. Es un análisis del corresponsal en España, Tobias Buck en torno a lo que indica el título: ‘La alabada transición de España a la democracia, en la picota’. No hace falta que Buck cite directamente a Antonio Machado, porque el punto de vista queda perfectamente claro a lo largo de su análisis.
¿Qué queda del espíritu de la Transición? El artículo de FT responde sin pelos en el teclado: ‘En algunos sitios casi se ha convertido en una palabrota’. El diario usa ese término después de una síntesis de esos 40 años de democracia, y no escatima elogios para cómo se hizo y se desarrolló todo. Como ‘la estabilidad lo era todo’, se fraguó un consenso entre todos. Una Transición que ‘ha sido un gran éxito’.
¿Qué ha pasado? FT presenta el debate a sus lectores de la City y del resto del mundo financiero y empresarial no sólo desde el punto de vista económico. Claro que ‘la hostilidad al régimen posfranquista está obviamente vinculado a la crisis económica’, admite. La austeridad, los recortes, las dificultades, el paro y la catarata de casos de corrupción ‘han restado lustre a la mayoría de las instituciones’. Y especialmente, ‘la confianza en los partidos y en los políticos se ha desplomado’.
Pero no es eso sólo, añade. Hay una cuestión generacional. Si los mayores vivieron la Transición ‘con afecto y orgullo cívico’, sus hijos e hijas ‘se sienten menos concernidos por los pactos cerrados entonces’ y además ‘han perdido el miedo generalizado a la inestabilidad política’. De ahí el surgimiento de Podemos y su discurso contra ‘la casta’. Y de ahí las críticas a la línea de flotación de la Constitución desde Cataluña: ‘En un eco del argumento de Podemos, los líderes pro independencia denuncian el status quo constitucional como demasiado rígido y antidemocrático’.
El artículo reconoce, cosa que no ha sido frecuente en FT ni en otros medios europeos, que la consulta o referéndum para la independencia ‘golpearía el corazón de la Constitución’. Pero a continuación explica de esta manera la postura de los soberanistas: ¿Qué es más importante, preguntan, la Constitución o nuestro derecho a decidir nuestro futuro?’. Lástima que FT no parezca tener clara la respuesta al no dejar claro que la Constitución está para cumplirse o para reformarse, pero no para saltársela.