Pese a que los resultados de los nueve primeros meses del año han estado en la parte operativa ligeramente por debajo de las estimaciones, los inversores siguen viendo potencial de creación de valor en la compañía, una vez despejadas las incógnitas regulatorias.
El Ebitda entre enero y septiembre se cifró en 733 millones, que ha supuesto una caída interanual del 3,9%, frente al 3% estimado por los expertos.
No obstante, el beneficio neto (308,1 millones) cumplió las expectativas, gracias a la mejor evolución de los gastos financieros, que se han reducido en torno a un 3%, con lo que la carga financiera de los nueve primeros meses se ha recortado respecto al mismo periodo del año anterior en un 7,9%.
No obstante, en este periodo la deuda ha repuntado en 355 millones de euros, hasta totalizar 3.910 millones, que representan una relación deuda/Ebitda de casi 3,9 veces.
Explican que los resultados operativos se han visto impactados por el cambio en el método de contabilización de sus inversiones en Altamira y BBG, que en este ejercicio han pasado a consolidarse por equivalencia, así como el recorte en el sistema de retribución adoptado desde julio y que el grupo gasista estima que tendrá una repercusión en el año de 120 millones de euros, de los que 27 millones han correspondido al tercer trimestre.
Los responsables del grupo han confirmado que en 2014 pagarán un dividendo de 130 euros por acción y en 2015 de 1,32 euros, alentando también para años sucesivos una interesante política retributiva, dada la capacidad de la compañía para mantener su rating, con las necesidades de inversión existentes en la red.
Los inversores se muestran optimistas con las oportunidades de crecimiento que ofrece el mercado europeo, puestas de relieve por la crisis con Rusia. Así, para Enagás el proyecto fundamental es la construcción del tramo español del gasoducto Mitcat, que supone la extensión del Medgaz a Europa. El valor cerró la última sesión en 24,83 euros, con una revalorización acumulada en el año del 30,7%.