Lo cierto es que la dirección de Barclays, comandada desde el pasado verano por Anthony Jenkins, tras la demisión del CEO Robert Diamond y de prácticamente todo su equipo, está haciendo méritos para restaurar la buena imagen de la entidad. No solo por la nueva política de transparencia aplicada ahora a todas las operaciones del grupo, y sin la cual la AdC lusa no hubiera podido intervenir contra el presunto "cartel bancario" denunciado por Barclays, sino también porque su "investigación interna" va mucho más deprisa que la abierta en Portugal, de la cual nada se ha sabido todavía, por la aplicación del sacro-santo secreto de sumario.
Aunque Barclays no de aun por finalizada la investigación interna sobre las "malas prácticas contra la competencia" por parte de Barclays Portugal, los resultados son lo bastante claros para justificar la "suspensión" del CEO de la filial lusa, Peter Motteck, y de los responsables del área financiera de la distribución de productos, respectivamente los portugueses Ana Paula Neves y Antonio Nunes da Silva. La medida afecta también a un directivo español, Sergio Muñoz, que estaba al frente del "marketing". Barclays subraya no obstante que la medida no tiene carácter disciplinar, con que los directivos afectados mantendrán sus remuneraciones respectivas.
Directivos de España
El nuevo equipo directivo de Barclays Portugal, aun con carácter provisional, estará formado por el CEO de Barclays Península Ibérica, el español Jaime Echegoyen, por el francés Arnaud Schwarts, que se ocupara del área financiera de la filial portuguesa pero conservando la misma función que desarrolla en Barclays France. Lo mismo pasará con los británicos Paul Titterton y Jeremy Talde, que entran en la Comisión Ejecutiva de Barclays Portugal para ocuparse de los departamentos de la distribución de productos y de marketing, pero manteniendo las mismas respectivas funciones que desarrollan en la sede londinense del grupo británico.
Además, aunque advierta que no hay que sacar "conclusiones precipitadas" de las medidas anunciadas, Barclays decidió igualmente que los directivos implicados no puedan utilizar los móviles y los ordenadores profesionales ni acceder a los respectivos correos electrónicos, para evitar así cualquier interferencia en la investigación interna, que aún no da por cerrada. Lo ocurrido en Portugal es lo bastante grave para que el CEO de Barclays para Europa y Medio Oriente, Curt Hess, anuncie una visita a Lisboa, al frente del nuevo equipo directivo de Barclays Portugal bajo el mando de Jaime Echegoyen, para tomar el pulso de la plantilla de la filial lusa.
La gran preocupación de Barclays, además de asegurarse la inmunidad de las autoridades lusas al abrigo del "régimen de clemencia" adoptado por la AdC para incentivar las denuncias de las malas prácticas bancarias, es dejar bien claro que de acuerdo con los valores tradicionales del grupo no ahorrará esfuerzos en términos de "transparencia", de cara a la "limpieza interna" conducida por el nuevo CEO Anthony Jenkins, que fue nombrado el pasado verano, tras la dimisión de Robert Diamond y de prácticamente todo su equipo, o sea después del estallido del escándalo de la manipulación del Libor.
De lo que se trata por lo tanto, por parte de Anthony Jenkins y de su equipo, es de enterrar de vez la "cultura de los resultados a corto plazo" desarrolladla en la época de Robert Diamond, con unos directivos que cobraban primas millonarias por colocar productos de alto riesgo, sin tener mucho o nada en cuenta los intereses de la clientela. Para el nuevo CEO, el gran objetivo de Barclays es forjarse una imagen "Go-To", o sea la de un banco elegido por la clientela y por los inversores, lo que implica, principalmente, el tener que combinar los servicios prestados con unos valores tradicionales de buena gestión y que inspiren confianza.
Futuro incierto
En todo o caso, el clima que se respira en Barclays Portugal, cuya supervisión como simples filial corresponde, no al BdP, sino a las autoridades británicas, es todo menos optimista. Así. antes de que estallara el escándalo de las malas prácticas de la competencia atribuidas al presunto "cartel" bancario - del que el BdP sostiene que no tenía ninguna información hasta la "redada judicial" realizada a instancias de la AdC, tras la denuncia efectuada desde Londres por el banco británico - Barclays Portugal ya había iniciado el último año una restructuración muy dolorosa, a través el cierre de la mitad de su red de oficias y el despido de 400 empleados, o sea prácticamente una tercera parte de la plantilla.
Lo que se echa de menos ahora, tras la "suspensión" de la Comisión Ejecutiva de Barclays Portugal, es la publicación de los resultados de la investigación judicial y la realizada por parte de la AdC, y que ha quedado bien cubierta, hasta ahora, por el "secreto de justicia". Además, la experiencia de otros recientes escándalos bancarios, que de una u otra manera afectan varias entidades, como el BCP, el BPN y el BPP, no inspira un gran optimismo: algunos llevan ya varios años en los tribunales u aun bajo investigación, sin que se vislumbre todavía ninguna decisión definitiva, tanto por parte de la institución judicial y como de las autoridades (Banco central, Comisión del Mercado de Valores, etc.), cuyos niveles de eficiencia y de credibilidad suscitan por lo general duras criticas.
En todo caso, pese a la denuncia realizada por Barclays, que asume la implicación de la filial lusa, toda la banca portuguesa y también las entidades extranjeras afectadas desmienten categóricamente la existencia de ningún "cartel bancario" y aún más las presuntas malas prácticas de la competencia, relacionadas con la definición de productos financieros (crédito inmobiliario, crédito al consumo...) y la fijación concertada de los respectivos "spreeds". Al revés, con la única excepción de Barclays, las entidades implicadas proclaman que no hay sector más abierto, transparente y competitivo que el bancario. Esa es también la posición oficial de la asociación patronal del sector, mientras que el supervisor BdP, que fue pillado de sorpresa por la redada judicial del 6 de marzo, no hace nada más que lavarse las manos.