Torrijos, hombre astuto y experimentado en los arcanos del poder, se le queda mirando durante un segundo y exclama un tanto airado y soberbio ante lo que interpreta como una ingenuidad de su interlocutor: "¡Periodista! ¡Cuando se trata de la vida de un hombre de estado no hay accidentes, sino atentado!". La intuición del político y militar panameño se confirmó poco después. El presidente del Gobierno español había sido asesinado por un comando de la organización terrorista ETA.
Se conocen los integrantes del comando y sus preparativos para llevar a cabo el magnicidio. Ahora se trata de analizar quiénes estaban detrás del suceso y qué razones les habían movido a ello. Cómo ocurre en estos casos, surgieron toda clase de conjeturas más o menos disparatadas, que llenaron -y llenan- las páginas de la prensa y las librerías para satisfacer las mentes calenturientas y servir a la desinformación de los que idearon y contribuyeron a activar el mecanismo explosivo. Con la perspectiva que da el paso de 40 años y utilizando el sentido común, puede inferirse de donde procedía y qué pretendía "el impulso soberano".
Finales de 1973. Estados Unidos y la Unión Soviética acababan de librar una batalla caliente en Vietnam; proseguía la guerra fría en el resto del mundo. La situación en el Oriente Próximo es explosiva tras la subida de los precios del petróleo, que han repercutido de manera muy negativa en las economías occidentales. En esta situación, cualquier ocasión es buena para asestar un golpe al bloque contrario en el terreno del contrario. Washington y Moscú saben que la Península Ibérica es un objetivo inmediato de actuación porque los dos regímenes peninsulares autoritarios tocan, de manera previsible, a su fin y se avecinan cambios inevitables.
En el caso de España, el general Franco ya es octogenario y no tiene buena salud. Conservando la jefatura del estado, acaba de dejar la del gobierno en manos del almirante Carrero. El secretario general del Partido Comunista de España (PCE) Santiago Carrillo ha acuñado en el exilio de París una pregunta política que ha hecho fortuna en todo el mundo: "¿Y después de Franco, qué?".
Washington ha comenzado a diseñar ya, de manera discreta con algunos prohombres del régimen y en colaboración con otros países europeos, una evolución pacífica hacia un sistema democrático, de corte europeo. Seguía la pauta de 30 años antes en la Europa devastada por la guerra mundial: se trataba en esencia de que el sistema democrático girase en torno a dos opciones políticas moderadas, una de centro derecha y otra socialdemócrata. Claro que, al igual que en el resto del continente, en España también habría que contar con el partido comunista, ilegal, pero en clara fase ascendente, lo que habría que obstaculizar para impedir que la URSS tuviera capacidad de maniobra en España.
Por el contrario, desde Moscú se apuesta para España por el modelo italiano, es decir, que frente a la poderosa democracia cristiana conservadora -o cualquier otra apariencia política y nombre que adoptara la derecha- debe existir un partido comunista fuerte, que desplace como primera fuerza política de izquierda a las formaciones socialdemócratas. Daban por supuesto que el partido de Carrillo iba a recoger el fruto de la lucha contra la dictadura y de los militantes que habían llenado las cárceles con sus presos políticos.
**Este miércoles se publicará el capitulo dos de esta serie de tres. **