BANKIA CONFIDENCIAL

Deloitte en la ratonera de Bankia

La firma au­di­tora ha sido una pieza clave en el caso

Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia
Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia

Estarán con­migo en que lo de Bankia ha pa­sado de ser un re­curso fácil para la de­ma­gogia po­pular y pe­rio­dís­tica a un tema ce­rrado y ya juz­gado en los nuevos ca­dalsos en que se han con­ver­tido la ma­yoría de me­dios de co­mu­ni­ca­ción. El dis­curso fa­cilón de que había que in­yectar más de 20.000 mi­llones ha sido asu­mido como un mantra porque siempre ha sido más fácil tirar por ele­va­ción que ana­lizar las cuen­tas, cir­cuns­tan­cias y da­tos, no vaya a ser que la verdad te es­tropee un buen ti­tu­lar. Rato ya ha sido juz­gado, con­de­nado y eje­cu­tado (para al­guno in­cluso en­te­rra­do). Muerto el perro se acabó la ra­bia, y a dejar pasar los dos bo­chor­nosos y po­dridos casos de NovaCaixaGalicia y CatalunyaCaixa, más san­grantes desde cual­quier punto de vista que el de la en­tidad ma­dri­leña.

Pero la vida sigue y los nuevos documentos solicitados por el juez de la Audiencia Nacional, Andreu, instructor de la causa, van poco a poco constatando que Bankia no fue el fracaso de un equipo, sino una conjunción de circunstancias que a pesar de todo pudieron tener otra forma de solución. Ahora le ha tocado el turno de desnudarse a Deloitte.

La siempre impoluta y correcta sociedad asesora-auditora-consultora que mantuvo en tribunal y en los medios que ellos no tuvieron los datos y que se negaron a firmar la cuentas dada la situación del banco en 2011, ha visto como Bankia entregaba al juez los documentos que hizo para la entidad con el fin de pasar con holgura los requisitos del segundo decreto Guindos.

Es decir, la misma sociedad que auditaba las "terribles" cuentas que evitó firmar no tenía el mínimo rubor en preparar un trabajo remunerado con 490.000 euros para que, esas mismas circunstancias que impedían dar el visto bueno, pasaran impolutas la prueba del algodón que exigía, de nuevo, el Ministerio de Economía de De Guindos, el Banco de España y la Autoridad Bancaria Europea.

Es decir que a finales de marzo de 2012, la parte de Deloitte que se dedica a Auditoría cuestionaba las cuentas de la entidad, y, unos días después, el 29 de marzo, la división de  Consultoría de Deloitte, presentaba un plan de actuación para solucionar la mayoría de problemas de la sociedad.

Según la documentación a que ha tenido acceso Capital Madrid y que se encuentra en las páginas de preámbulo del texto entregado a Bankia "como paso previo a la aceptación de cualquier encargo Deloitte lleva a cargo determinados procedimientos internos cuyo objetivo es la identificación de posibles conflictos de interés" (...) "No hemos identificado la presencia de ningún factor que pudiera contemplar un potencial conflicto de intereses con el encargo que nos solicitan".

Olé por ellos, porque hay que tenerlos como los del caballo de Espartero.

Porque aunque fuera legal, que seguramente lo es, algo sucio tiene que haber cuando Francisco "Paco" Celma, socio responsable de banca en la firma auditora, nunca estuvo suficientemente claro en sus declaraciones sobre el tema. Siempre nos quedará el caso Enron, que se llevó por delante a la todo poderosa Arthur Andersen por algo similar. Entonces era ilegal. Hoy cuando menos, no es estético.

El papel de Deloitte en el caso Bankia es clave. No firman las cuentas, pero no hacen pública su negativa, más que entre dientes. ¿Por qué?. Muy sencillo: Porque estaban en la operación de saneamiento de Bankia en una negociación a tres bandas: Ministerio de Economía, Banco de España y la propia entidad financiera. La exigencia de Luis de Guindos a Rodrigo Rato para que dimitiera el 6 de mayo de 2012 hace que el entramado salte por los aires.

Deloitte mira para otro lado con la supuesta cobertura de que no ha firmado las cuentas porque no lo veía claro, cuando en realidad estaba esperando la aprobación del BdE y del Ministerio a su propuesta.

Por otro lado, el ministro Luis de Guindos trastocando permanente la realidad a sabiendas, desde la Semana Santa de 2012, o incluso antes que Rato era hombre muerto y Bankia la pieza a cobrar. Ya tenía apalabrado, incluso, a "San" Ignacio Goirigolzarri.

Para ello contó con la colaboración, al menos por omisión, de "personajillos" como Luis Maldonado, entonces jefe de gabinete de Rato y hoy, gracias a Guindos, triunfante ejecutivo paniaguado en PriceWaterhouse o del mismo Miguel Crespo todavía secretario general de Bankia.

Deloitte ha sido una pieza clave en el desarrollo del llamado caso Bankia. La mayoría de consejeros que declararon en la instrucción del caso la han  apuntando como responsable de la alarma que se produjo en los días anteriores a la intervención. El Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas mantiene su expediente sancionador por falta muy grave bajo la denominación de falta de independencia en su trabajo. Para colmo, existen suficientes correos cruzados entre auditoría, consultoría y Bankia como para evitar que se vayan de rositas.

De confirmarse las sospechas estaríamos ante una situación realmente paradójica: Deloitte no se negó a firmar las cuentas, simplemente esperaba una decisión administrativa. Si fuera así, la excusa de Luis de Guindos y su coral mediático-financiera para intervenir empezaría a flaquear peligrosamente. Pero, al final de todo, ¿a quien le importa ya?. Esperemos acontecimientos.

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