GEOPOLÍTICA

Una coyuntura internacional peligrosa (pero poco probable)

Elecciones en Irán y vi­sita de Netanyahu a Washington

Elecciones en Iran
Elecciones en Iran

Aunque sólo falta la con­fir­ma­ción ofi­cial, el do­mingo por la tarde se daba por ven­ce­dora en las elec­ciones al Majlis o par­la­mento iraní, ce­le­bradas el úl­timo vier­nes, a la fac­ción fiel al líder "espiritual" iraní, aya­tolá Alí Jamenei, y como de­rro­tada a la fac­ción del ac­tual pre­si­dente Amahdineyad. Jamenei es el pa­trón del ala más ex­tre­mista del ré­gimen de los aya­to­lás, y Amahdineyad el por­tavoz de su ala más so­cial.

El creciente alejamiento entre esas dos figuras, cada una en pos de su hegemonía dentro del régimen, ha venido condicionando las respuestas de Irán a la presión internacional para que abandone su sospechada carrera al arma nuclear.

Esta división interna puede explicar las contradictorias posturas de portavoces del gobierno y de las fuerzas armadas sobre la posibilidad de cerrar o no cerrar el estrecho de Ormuz a los tráficos internacionales, como respuesta a la campaña occidental (más algunos países árabes) de sanciones, que está produciendo graves daños a la economía iraní y, por tanto, al bienestar de la población, que en menos de un año ha sufrido una inflación de precios de los artículos de consumo, del 40%. El secretario del Consejo de Notables, designado por Jamenei, ha acusado directamente a Amhdineyad de la crisis económica.

Igual de intrigante o más es el significado y alcance de la visita hoy lunes del primer ministro israelí, Bibi Netanyahu, a Washington, en lo que algunos interpretan como la última consulta con el presidente norteamericano antes de que Israel desencadene un ataque masivo contra las instalaciones nucleares de Irán, abriendo la probabilidad de un conflicto internacional grave en aquella región del mundo, crucial para la estabilidad de los precios de la energía.

Las dos constelaciones de factores que condicionan las posibles decisiones de Jamenei y Netanyahu no indican un signo favorable para ninguno de los dos. Da la sensación de que cada uno busca reforzar su propia posición personal y política ante sus electorados, y esperar a que las cartas se barajen de nuevo. Un Jamenei vencedor puede sentirse tan fuerte como para adoptar una política dilatoria de su programa nuclear sin que la otra facción se atreva a acusarle de ceder a la presión extranjera. Un Netanyahu que vuelva a Jerusalén con un compromiso verbal y solemne del presidente Obama de que no consentirá un Irán armado con la bomba atómica le permitiría bajarse del púlpito de las amenazas.

Cada uno de los actores tiene motivos para tentarse la ropa antes de dar los siguientes pasos. Irán se verá privado desde este verano de su mercado petrolífero en Europa Occidental, por decisión de los países de la Unión Europea. Israel acaba de cerrar con Azerbayán un acuerdo de venta de armas, que amenaza a Irán por su frontera nor-occidental. Bakú y Teherán mantuvieron un conflicto territorial después de la segunda guerra mundial. Aunque los países árabes del Golfo asistirían complacidos a un ataque, cualquier ataque, contra Irán, el presidente Obama acaba de advertir a Teherán (pero también de una forma más sutil a Jerusalén), en declaraciones a The Atlantic Monthly, de que es contrario a cualquier acción militar en la presente coyuntura: "Creo que tanto el gobierno iraní como el israelí reconocen que cuando los Estados Unidos dicen que es inaceptable que Irán disponga del arma nuclear, queremos decir lo que decimos (we mean what we say)". Un ataque israelí a Irán, añadió, sería contraproducente en estos momentos. El único aliado incondicional que le queda a Irán es una Siria desacreditada, añadió.

China misma, que se opone a que las Naciones Unidas respalden las sanciones impuestas por Occidente, debe medir también el efecto de los incumplimientos iraníes con el Organismo Internacional de la Energía Atómica como factor de justificación de un ataque israelí, que pondría en peligro sus suministros de petróleo, no solo los procedentes de Irán sino los de toda la región del Golfo. La política exterior china, caracterizada por su conservadurismo, no ve con simpatía el constante desafío iraní al régimen de control que le corresponde ejercer al OIEA. Lo mismo, pero con un poco más de aventurerismo, puede decirse de la Rusia de Putin. Moscú debe medir con prudencia la posible formación de entendimientos estratégicos entre Israel, Azerbayán y Georgia, poniendo en peligro la precaria hegemonía que ha impuesto en la región del Cáucaso después de muchos años de guerra.

La zona de inmunidad, y más allá

Es poco probable que Netanyahu logre convencer al presidente Obama de que Irán está a punto de entrar en "la zona de inmunidad", es decir, que con el arma nuclear a su disposición, Irán no podrá ser disuadido de acometer cualquier ataque convencional contra Israel sin temor a represalias. Todas las autoridades de seguridad de los Estados Unidos (secretario de Defensa, director de la CIA, jefe de la junta de jefes de estado mayor, etc.) se han puesto de acuerdo en los últimos meses en asegurar que Irán no ha tomado aún la decisión de fabricar el arma nuclear. Es dudoso que el primer ministro israelí logre que el poderoso "lobby" judío de los Estados Unidos, que le ha apoyado siempre incondicionalmente, pueda torcer la mano de toda la plana mayor de la seguridad y defensa en esta cuestión de la que depende hasta cierto punto la seguridad mundial.

Incluso si Irán dominase ya la tecnología nuclear militar y estuviese en condiciones de producir una bomba atómica en pocas semanas o meses, aún debería dominar la tecnología de sus vectores. Se da por descontado que los aviones de combate serían interceptados en su vuelo hacia Israel, y siempre tendrían el problema del retorno. La única arma capaz de alcanzar hipotéticamente el territorio israelí serían sus misiles de alcance medio Shahab-3/Ghadr-1, derivados del norcoreano Nodong. Consultas mutuas entre Rusia y Estados Unidos sobre esta materia han dado por resultado la siguiente conclusión: Irán no controla la tecnología de misiles con tanta perfección y precisión que le permita confiar a unos vectores relativamente simples una carga tan valiosa y costosa como un ingenio nuclear. Cualquier avance de Irán en el dominio de esta tecnología sería perfectamente observable desde cualquiera de los sistemas de monitoreo que le vigilan desde el espacio.

Netanyahu llega a Washington respaldado por algunas bravatas de su ministro de Defensa, Ehud Barak, quien el pasado noviembre dijo que la represalia iraní por un ataque israelí sería "soportable". Le ha hecho eco recientemente una fuente militar anónima: "Si Irán es atacado quirúrgicamente, reaccionará sin duda, pero esa reacción será calculada y en proporción con sus capacidades. Irán no va a prender fuego a Oriente Medio".

Un pronóstico no muy arriesgado sobre lo que parece una crisis de alcance mundial sería éste: tanto las elecciones de Irán como la visita del primer ministro israelí a Washington favorecen que esta cuestión del armamento nuclear iraní y sus amenazas a Israel (y genéricamente a Occidente), quedará más firmemente bajo el control de los decisores de última instancia, es decir, el líder máximo Alí Jamenei y el presidente Obama.

Aunque claro, nunca se sabe si los últimos viernes sábado y domingo, más hoy lunes, han sido, sin que nos diéramos cuenta, los "cuatro días que transformaron el mundo", como pudo escribir John Reed sobre los "diez" de la revolución bolchevique.

Antonio Sánchez-Gijón es analista de asuntos internacionales.

 

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