Por qué es ilegal una quita del déficit tarifario pero no lo es una condonación

Villaseca (GNF) re­clama me­didas ur­gentes

Déficit eléctrico
Déficit eléctrico

Abrumado por un dé­ficit ta­ri­fario acu­mu­lado que su­pera los 24.000 mi­llones de eu­ros, el sector eléc­trico se ha echado estos días al monte en res­puesta a la su­ge­rencia de­jada caer por el mi­nistro Soria sobre la po­si­bi­lidad de que el Gobierno de Mariano Rajoy aplique uni­la­te­ral­mente una quita in­de­ter­mi­nada en este de­recho de co­bro, dentro de una so­lu­ción ne­go­ciada para re­solver uno de los pro­blemas más graves ge­ne­rados en el sector desde que el Gobierno de José María Aznar se in­ventó, allá por 1998, la idea y el hecho con­su­mado de dejar para mañama lo que no quiso re­solver en­ton­ces. El pri­mero que ha sal­tado a la pa­lestra ha sido Eduardo Montes, pre­si­dente de Unesa, que ha plan­teado la even­tua­lidad de ac­ciones le­gales si la su­ge­rencia se con­vierte en reali­dad. Este mar­tes, pau­sado y di­recto, le ha se­guido el con­se­jero de­le­gado de Gas Natural Fenosa, Rafael Villaseca, el pri­mero de los "cinco gran­des" en pre­sentar re­sul­ta­dos. Mañana jueves le to­cará el turno a Ignacio Galán, pre­si­dente de Iberdrola, con mo­tivo de la cita anual. La pre­gunta ha que­dado en el aire, ¿es po­sible una quita en el as­tro­nó­mico im­porte del dé­ficit ta­ri­fa­rio? Parece que no, desde el punto de vista ju­rí­dico.

Rafael Villaseca ha sido muy explícito, aunque también incrédulo ante la eventualidad de que el Gobierno aplique una solución "a la griega" para un problema que, contrariamente al caso heleno, ni ha sido generado por las empresas ni responde a una política de ocultación ni de mala gestión por parte del sector. Para el directivo catalán, el déficit tarifario, que este año puede incrementarse en por lo menos otros 4.200 millones adicionales si el Gobierno no adopta ninguna medida, es un derecho de cobro reconocido por los Gobiernos que se han sucedido desde entonces y, salvo las cantidades ya titulizadas y avaladas por el Estado (más del 50% del acumulado), se encuentran embalsamadas en sus balances y, en consecuencia, son financiadas por las propias empresas. Lo llamativo de este contrasentido es que las empresas ni son responsables de su generación ni el déficit es consecuencia de errores derivados en la planificación energética.

Precisamente, el aspecto perverso del déficit es su propio concepto y origen. Cada año, el Gobierno, al autorizar una modificación insuficiente de las tarifas, admite que se va a producir un desafase entre los ingresos regulados y el coste de la generación y distribución de la electricidad. La diferencia, bautizada como déficit tarifario, es recurrente y queda definida de partida, con lo que deliberadamente se genera una cantidad acumulada cuyo abono se deja pendiente para ser cobrado vía tarifas a generaciones futuras, siendo un servicio que se consume en el momento. El Gobierno de Zapatero, en la segunda mitad de su segunda legislatura, trató inútilmenete de resolver el problema, estableciendo un límite legal previo, pero ese coto, bien porque estaba mal calculado bien por desviaciones derivadas de la crisis, ha sido superado año tras año sin que aquí haya pasado nada. En otras palabras, se hizo la norma, se incumplió y vuelta a las andadas.

Ni Montes ni Villaseca han explicitado de una manera concreta cuándo podrá ser corregido este desafase entre ingresos y costes, aunque sí han señalado la urgencia de hacerrlo. El directivo catalán ha sido más preciso y ha apuntado hasta siete propuestas que ayudarían a ello, fundamentalmente a través de la reducción de las primas a las renovables (o cargando sobre estas energías una parte de los costes y déficit nuevos), sobre todo porque considera que el volumen anual de las subvenciones coincide básicamente con el déficit generado. Además, agrega, su financiación solo la soportan en la actualidad las cinco empresas (Iberdrola, Endesa, GNF, HC Energía y E.ON España) que se encuentran fuera de lo que se conoce como el regimen especial (renovables, biomasa y carbón). Y no el resto, que ya supone casi el 30% del sistema.

Abiertas a una negociación, las empresas han mostrado su oposición a que se apliquen quitas en su monto, tal como ha sugerido el ministro Soria. Y, aparte de los argumentos técnicos y económicos, no han dudado en recurrir a los jurídicos. Básicamente, y dicho de una manera llana, porque la quita es una consecuencia resultante de un proceso concursal y aquí a nadie en su sano juicio se le podría ocurrir entrar en una estrategia de suspensión de pagos o quiebra para poder aplicar una reducción de su importe. Sería como matar moscas a cañonazos y más en medio de una crisis de deuda soberana en todo el mundo.

Resulta obvio que el ministro de Industria, nuevo en estas lides energéticas, anda algo confundido o quizá mal asesorado y mejor hubiera hecho si hubiera recurrido a un informe jurídico previo antes de lanzarse al foro. Pero es evidente que alguna cosa le ronda en la cabeza. Bien como medida de presión para doblegar resistencias, bien porque las ideas le han sido mal explicadas o han resultado mal entendidas. De ahí que algunos expertos hablen ahora de condonación voluntaria en lugar de quitas forzosas, extremo que en cualquier caso sigue siendo inaceptable para los gestores mejor amueblados intelectualmente de las empresas.

Veremos que dice este jueves Ignacio Galán. Y el resto de presidentes de las empresas cuando les llegue el turno.

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