Constituye también un mecanismo de contrapeso al creciente poder regional del gigante latinoamericano, Brasil, algo de especial importancia para un México que se ha visto postergado en los últimos años por la pujanza brasilera y su enorme mercado y que hace tiempo que ha perdido la primera plaza como destino de los capitales extranjeros en beneficio de su vecino sudamericano.
Los observadores destacan que las compañías españolas, ampliamente representadas en esas cuatro economías latinoamericanas de la cuenca del Pacífico, podrían sacar beneficios de la alianza, ya que no sólo gozarían de otro canal para intentar la aventura inversora en algunos de los mercados más prometedores del Planeta en la actualidad, sino que verían facilitada sus inversiones en un futuro mercado integrado de grandes dimensiones, especialmente en lo que a los planes de infraestructura y energía se refiere.
De hecho, España es actualmente el segundo inversor extranjero en México, Chile y Colombia y el primero en Perú, y en los cuatros países están ubicadas las grandes compañías hispanas de energía, telecos, finanzas y construcción. Cabe destacar, además, que en el marco de la Alianza del Pacífico se promueven también los acuerdos para facilitar la colaboración público-privada en realización de proyectos de obras públicas, algo de suma trascendencia para las principales empresas españolas de infraestructuras, involucradas ya en los grandes planes que impulsan actualmente Colombia y Perú las Administraciones Santos y Humala.
La reciente declaración de Bogotá, firmada por los delegados de los fondos de promoción e inversión de Chile, Colombia, México y Perú (ProChile, Proexport, ProMéxico y ProInversión) supone un paso decisivo en el camino hacia la definitiva constitución de la Alianza, con la que se pretende impulsar el desarrollo y la competitividad comercial y conquistar nuevos mercados aprovechando de una parte la pertenencia a la cuenca del Pacífico de los países firmantes y, de otra, la suma de esfuerzos para llegar a mercados distantes como los del continente africano.
Gran potencial
El gancho de estos cuatro países, que junto con un Brasil en alza y una Argentina en baja, forman el sexteto de países preferidos por las compañías españolas para establecerse en Latinoamérica, es potente. Según fuentes oficiales, los cuatro países de la Alianza del Pacífico suman un 50% del comercio latinoamericano y su asociación supera ya en volumen de intercambios (un 35% más) al Mercado Común del Sur (Mercosur, Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay).
Además de conformar un bloque sólido de economías abiertas y en crecimiento, la Alianza cuenta con la presencia de los dos únicos países latinoamericanos miembros de la OCDE (Chile y México) y dispone de presencia tanto en Norteamérica como en Sudamérica. Las cuatro economías representan, asimismo, el 34% del PIB regional y totalizan un mercado superior a los 220 millones de personas.
El documento firmado en Bogotá, clave en la ruta hacia el nacimiento oficial de la Alianza, señala que la cooperación institucional entre los cuatro países abrirá puertas comerciales con otras naciones y promoverá la inversión entre ellos. Según el responsable de ProMéxico, Carlos Guzmán, la intención es diversificar los mercados de exportación e invertir y trabajar en conjunto con algunas economías que tienen una orientación similar como las del Pacífico latinoamericano. Para el responsable de ProChile, Félix de Vicente, el pacto permitirá crear asociaciones industriales y presentar un frente unido con una oferta mucho mayor en el exterior.
Más allá de los TLC
La idea que subyace es dar un paso más en la senda de los Tratados de Libre Comercio (TLC) e impulsar la integración de mercados aprovechando la buena coyuntura por la que atraviesan las economías emergentes en un mundo que sufre una prolongada crisis desde 2008, unas turbulencias a las que, hasta el momento, Latinoamérica y Asia han logrado escapar.
Para los analistas, que señalan desde hace tiempo que la cuenca de Asia-Pacifico representa el futuro de la economía, la alianza supondrá una ventaja que podría ayudar a estos cuatro países latinoamericanos a apuntalar su crecimiento, aumentar sus mercados e incrementar la captación de inversión exterior para sus planes de desarrollo, modernización y expansión. La alianza, asimismo, supondrá un buen dispositivo para encarar negociaciones más favorables en el futuro con China, llamada a convertirse en el principal inversor en Latinoamérica.
La asociación experimentó un impulso fundamental el pasado mes de diciembre, durante la II Cumbre de la Alianza del Pacífico, cuando los máximos dirigentes de Perú, Chile, Colombia y México acordaron acelerar la conformación de una zona de libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas.
Entonces, los cuatro países indicaron que pretenden una integración profunda de sus economías que convierta su alianza en motor del desarrollo de Latinoamérica y el embrión de un bloque "fuerte, unido y dinámico" en la región. Esa última cumbre se marcó un plazo de seis meses para que los presidentes de México, Felipe Calderón; Chile, Sebastián Piñera; Colombia, Juan Manuel Santos, y Perú, Ollanta Humala, firmen el tratado constitutivo de la Alianza del Pacífico que dé acta de nacimiento oficial a una asociación que, en la práctica, ya ha comenzado a caminar y que busca ser el principal interlocutor económico de la región a nivel mundial, con permiso del bloque Mercosur y de otras alianzas regionales, como la recientemente creada Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños).
Se prevé que en junio y en Santiago de Chile, los jefes de Estado suscriban el acuerdo marco para la fundación de la Alianza, abierta a otros países y a la que podría en breve sumarse Panamá, principal receptor de inversión foránea en Centroamérica. De la costa sudamericana del Pacífico queda fuera por ahora el Ecuador de Rafael Correa, orientado más hacia las tesis bolivarianas del presidente venezolano Hugo Chávez y conformante del bloque Alba.
La Declaración de Mérida, auspiciada en esa cumbre, fijó ya la creación de un comité conjunto para la promoción del comercio de servicios e inversión y el compromiso de impulsar la colaboración en medio ambiente, innovación científica y tecnológica, además de establecer marcos para la movilidad de personas, negocios y facilitación del tránsito.
Una integración con calendario y plazos
Al contrario que otras áreas de integración regional, especialmente la nueva Celac, la Alianza del Pacífico se ha marcado objetivos concretos y cuantificados y no ha cedido a la tentación de la pura retórica. De hecho, ya se ha diseñado un cronograma concreto para liberalizar por completo en un futuro próximo el tráfico de bienes, servicios, personas y capitales entre los cuatro miembros del bloque.
De momento, se ha creado el Mercado Integrado Latinoamericano (Mila), la bolsa de valores conjunta, en funcionamiento desde el año pasado, y se ha fijado un calendario con plazos para dar los pasos claves hacia la integración: el próximo junio debería estar concretada la fecha de inicio para la reducción gradual de tarifas aduaneras para su eliminación total en 2020-2025 y también debería estar ultimado el plazo para eliminar las normas de origen, lo que permitirá a los exportadores enviar productos a otros países miembros sin barreras geográficas ni burocráticas.
En Bogotá se acaba de dar el primer paso hacia la creación de oficinas conjuntas de promoción de exportaciones para ahorrar costos y ampliar destinos. Y, además, la Alianza tiene pergeñada la generación de un visado común que hará posible que empresarios e inversores de los cuatro países se desplacen con rapidez y facilidad en el mercado integrado.
Para los observadores, esta Alianza, promovida en Lima el 28 de abril de 2011 e impulsada por el entonces presidente peruano, Alan García, está llamada a tener un impacto clave en el futuro económico de la región y en el flujo de la inversión extranjera hacia el área. Sin olvidar a un Brasil líder en mercado, inversiones y dimensión económica y ya convertido en sexta potencia planetaria.