Durante el segundo trimestre, cuando se produjo la crisis de la deuda europea, el metal amarillo llegó a alcanzar los 1.260 dólares la onza, por un incremento de la demanda del 36% hasta las 1.050 toneladas, aunque por debajo de las 1.207 toneladas compradas en el tercer trimestre de 2008 y las 1.073 en el cuarto trimestre del mismo año. Solo las compras realizadas por inversores, tanto individuales como institucionales, aumentaron casi el doble en el segundo trimestre hasta superar las 530 toneladas, desde las 245 en el mismo período del año anterior. La explicación a este importante aumento, según los especialistas, es que los inversores quieren cubrirse de posibles pérdidas comprando volúmenes significativos de oro.
La revalorización del metal amarillo ha generado que numerosos fondos de inversión cotizados lo incluyan en sus carteras para mejorar su rentabilidad y poder atraer nuevos clientes. Los fondos compraron casi 300 toneladas en el segundo trimestre, la segunda mayor cifra histórica. El total de las tenencias en manos de dichas instituciones se calcula en más de 2.000 toneladas, equivalentes a casi 82.000 millones de dólares. Por el contrario, el consumo mundial de joyas descendió un 5 por ciento interanual, si bien en términos de dólares aumentó un 23 por ciento.
El rally que registra el metal amarillo, que, según Soros, desembocará en una burbuja, está llevando a los especialistas a hacer todo tipo de conjeturas sobre su evolución. Para algunos, que sustentan sus pronósticos ajustados de la inflación, el oro bien podría tocar los 7.000 dólares en el futuro con unas tasas de inflación normales. En opinión de Egon von Gruyerz, fundador de una compañía que custodia oro, GoldSwitzerland.com, el precio máximo alcanzado por el oro en 1980 equivaldría a 7.200 dólares de hoy, ajustado de la inflación real.
Según sus cálculos, si la inflación llegara a representar una amenaza, lo que de momento no parece probable, el oro aún subiría más. Para von Gruyerz lo que está viviendo el metal amarillo no es una burbuja, sino que simplemente está sobrecomprado, y prevé un precio de entre los 5.000 y los 10.000 dólares la onza en pocos años. En su opinión, es una escalada imparable mientras los Gobiernos -- afirma -- sigan llevando políticas que están deteriorando el valor del papel moneda, como el dólar, del que anticipa que acabará desplomándose. "De alguna manera el oro es una materia prima, pero hoy por hoy es dinero".