La primera de las dos medidas anunciadas hace referencia a la creación de sociedades cotizadas de inversión en el mercado inmobiliario, algo parecido los real estate investment trust que operan desde hace décadas en Estados Unidos y otros países europeos, como Alemania y Francia. Estas sociedades, dijo el Presidente, "gozarán de un régimen fiscal favorable, impulsarán el mercado de alquiler, facilitarán el acceso a la inversión en inmuebles al pequeño y mediano ahorrador, proporcionarán flexibilidad a las inversiones inmobiliarias de las empresas y les aportarán liquidez y, por tanto, contribuirán a dinamizar el mercado inmobiliario". O sea, la pera, pero más bien parece que estas sociedades -aunque habrá que esperar a conocer el tratamiento fiscal que se les aplique y cuya creación se pedía desde el sector empresarial insistentemente, petición por otra parte no aceptada por los tres últimos gobiernos- se crean para descargar, en lo posible, la presión que sobre la banca primero y sobre las empresas inmobiliarias sobrendeudadas después, está ejerciendo la falta de crédito fresco para poder hacer frente a los compromisos contraídos en época de vacas gordas.
La segunda medida es que el Gobierno, a través del ICO, abrirá nuevas líneas de crédito por importe inicial de 3.000 millones de euros dirigidas a reestructurar la deuda de las promotoras que, teniendo viviendas construidas y no vendidas, destinen estas promociones al mercado de alquiler. En principio esta medida parece ir en la buena dirección y responde a las propuestas del sector de que lo correcto y eficaz es que los poderes públicos ayuden a crear actividad y no solo subvencionen el desempleo, que se incrementa cada día por la desaceleración que atraviesa la economía. Así, estas líneas de crédito del ICO pueden servir para que empresas del sector inmobiliario con promociones construidas o en fase de culminación, que o bien no se han vendido o se han vendido al inicio -preventas- pero que luego las entidades financieras han desestimado la concesión del crédito hipotecario a los compradores, puedan dar salida a todo o parte del stock de que disponen por la vía del alquiler, sirviendo estos créditos del ICO para poder sostener la actividad futura y hacer frente a los compromisos crediticios contraídos con anterioridad.
Va, pues, en la dirección adecuada pero hay algunas reservas que hacer. Primero, esta medida no va a crear empleo significativo, porque las promotoras que se beneficien de esto créditos por poner en alquiler promociones inicialmente destinadas a la venta no van a iniciar nuevas aventuras inmobiliarias hasta que la demanda vuelva a funcionar, lo cual no va a pasar mañana. Segundo, va a beneficiar a según qué promotoras porque la mayoría de las viviendas de nueva construcción sin vender se concentran en el segmento de segunda vivienda y en las zonas de las costas, donde ahora no se alquila mucho por la crisis general que asuela a los países tradicionalmente proveedores de clientes de alquiler en ese segmento -que además funciona uno o dos meses y no todo el año-. Y tercero, parece que esta medida está más dirigida a beneficiar a la banca y cajas de ahorros, espectacularmente implicadas en la masiva concesión de hipotecas en años anteriores y a las que el aumento de la morosidad comienza a minar sus resultados. Cuando se vayan concediendo estos créditos del ICO se podrá ver el alcance y eficacia de esta iniciativa, pero no parece que éste vaya a ser muy significativo.
Por último hay que mencionar que en su intervención en el Congreso el pasado 10 de septiembre, el Presidente anunció que acabaremos 2008 con un nivel de licitación de obra pública superior en un 11% a la del año pasado... descontando los casi 6.000 millones de euros que se licitaron a finales de dicho año correspondientes a los contratos de rehabilitación y remodelación de las autovías de primera generación. O sea, este año tampoco la administración central va a hacer ningún esfuerzo extraordinario en inversión en infraestructuras por lo que, siendo moderadamente optimistas estamos en lo del tullido de Lourdes: "Virgencita, que me quede como estaba". Aunque la esperanza es lo último que se pierde y no van a salir conejos de la chistera del gobierno, no está de mas recordarle, con la famosa frase de Tolkien, que "el futuro se está agotando" y que si la crisis no es culpa del Gobierno, si lo es dedicarse exclusivamente a mirar al horizonte a esperar que escampe.