En este contexto, el tipo de interés promedio de los préstamos y créditos a las empresas y a las familias tendió a repuntar en el segundo trimestre hasta el 6,17% en junio, la tasa más alta de los últimos años. No obstante, en términos reales, es decir, descontando la inflación, que se situaba en el 5,0% en el mismo mes, los tipos de interés crediticios eran relativamente bajos.
Esto no fue obstáculo para que la demanda de crédito continuase debilitándose debido a la fuerte desaceleración económica y a la caída de la confianza de los agentes económicos. Por el lado de la oferta, las condiciones de financiación son menos laxas que anteriormente. Así, la financiación al sector privado continuó ralentizándose en el segundo trimestre hasta presentar una tasa de variación anual del 10,1% en junio, menos de la mitad que un año antes, y muy cerca de la tasa de expansión del crédito en la eurozona, cuando hace doce meses era casi el doble. En vista del debilitamiento de la actividad económica, es probable que continúe la tendencia a la ralentización del crédito al sector privado en los próximos meses.
**El crédito comercial registra la mayor caída anual desde 1994. **
Tanto la financiación a las empresas como a los hogares ha aminorado vivamente su ritmo de crecimiento en el último año, si bien la tasa de variación anual de las sociedades no financieras, del 11,2%, se situaba por encima de la de las familias, del 8,5%. Dentro de la financiación empresarial, el crédito comercial destinado a financiar el capital circulante cayó el 7,2% en los doce últimos meses hasta junio, el mayor descenso desde febrero de 1994, signo de un bajo tono de la actividad. Lógicamente, la inversión también se ha resentido, como lo atestigua la deceleración de los arrendamientos financieros, que mostraban un aumento anual del 7,5% en junio, 6 puntos porcentuales menos que en diciembre.
**La demanda de financiación hipotecaria por parte de las familias se desincha. **
En cuanto al crédito a las familias, en junio, por primera vez desde 2003, la tasa de variación anual de los préstamos para la vivienda, del 8,2%, se colocó por debajo de la del resto, del 8,5%. Los altos precios de las casas, que suponen un alto esfuerzo para acceder a su propiedad, el rápido deterioro del mercado laboral con un fuerte repunte del paro y las expectativas de descensos de los precios de las viviendas han desanimado la demanda de financiación hipotecaria. Así, en mayo, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística, el número de hipotecas constituidas sobre viviendas cayó el 36,2% en relación con un año antes, y el importe medio era un 6,6% inferior al del mismo mes del año anterior.
La ralentización del crédito al sector privado ha afectado tanto a los bancos como a las cajas de ahorros. Sin embargo, en los últimos doce meses el crédito de la banca a las empresas y familias experimentó un crecimiento un poco más alto que el de las cajas, el 11,2% frente al 10,8%. De esta manera, las cajas cedieron algo de cuota de mercado, aunque seguían liderando en este segmento.
Sube la morosidad, pero su nivel es todavía moderado.
Otra consecuencia de la desaceleración económica ha sido el repunte de la morosidad, que había alcanzado un mínimo histórico. Al final del primer semestre la ratio de dudosidad del conjunto de las entidades crediticias se situaba en el 1,7%, un nivel todavía moderado e inferior al promedio europeo. Además, las instituciones financieras españolas cuentan con amplias provisiones al respecto.